< ![CDATA[«Quería pedirle que nos llevara al CIELO». 13 de junio de 1917

Autor: José Eduardo Carrillo Lara

Ahí están una vez más Lucía y sus primos delante de la Señora del Cielo, justo como lo había pedido un mes atrás. En su inocencia de niña, Lucía con toda sencillez, pide primero por la curación de un enfermo: “Si se convierte se curará dentro de un año”, fue la respuesta. Y sin pensarlo, inmediatamente después la petición para ella, Jacinta y Francisco: “Quería pedirle que nos llevara al cielo”.
Ahí estaba la Señora del Cielo, la tenían delante; por qué no, pedirle que les llevara ahí de donde venía; por qué no aprovechar el viaje. En ese momento no piensan en sus papás, en sus hermanos ni en sus amigos; piensan en la oportunidad que tienen ante si; poder llegar ya, quizá esa misma tarde, a la ansiada meta, a aquello para lo cual habían venido al mundo y que tenían ahí delante, en la Señora que venía de ese lugar tan especial.
¿Qué conocimiento tan profundo del cielo, podrían tener unos sencillos niños del campo?
¿Qué experiencias místicas habrán tenido para llegar a anhelar tanto estar ahí? Apenas habían asistido al catecismo, ninguna clase de alta teología; ningún contacto siquiera con los grandes místicos de la vecina España como Santa Teresa y el profundísimo San Juan de la Cruz. Ningún estudio especializado. Simplemente la experiencia de una fe sencilla que se transmite en la familia, en el día a día, con la sencillez de los pequeños detalles de la vida diaria. No cabe duda que en esas familias el nombre de Jesús y de María formaban parte del vocabulario habitual; no como conceptos fríos, sino como personas concretas, reales, que tenían mucho que ver con su día a día.
¿Qué tanto tiene que ver Jesús en tus quehaceres de todos los días? ¿Qué tanto tiene que ver María? No pueden ser simples personajes históricos cuyas historias puedes consultar en la Biblia; ni medicinas místicas que se aplican ante el dolor, el sufrimiento o ante cualquier necesidad especial y que puedes encontrar en cualquier capilla. Son personas reales, que existieron y existen hoy en nuestro mundo, en mi mundo, en el tuyo y en el de tu familia; basta dejarles entrar en él.
No hace falta saber mucho, hay que querer; hay que anhelar llegar al cielo y saber que en esta lucha, no estás solo; tienes todo un equipo detrás, adelante y contigo: quieren acompañarte y hacerte más llevadero el camino. Haz el intento, y en tu camino invoca el nombre de Jesús y de María y haz es misma petición sencilla, que nace de un corazón de niño: “Quería pedirle que nos llevara al CIELO”.

José Eduardo Carrillo Lara

Lic. en Ciencias de la Familia. Productorde TV en Telesur Católico

Correo Electrónico: jecarrillolara@gmail.com]]>

Categories: Fatimazo

2 Comments

Tereza · 25 de julio de 2017 at 5:43 AM

En lo Bueno que es tener a María y contar con María

Nélida · 24 de julio de 2017 at 2:54 PM

¡Me encantó! Y más aún, cómo se presenta su autor. ¡Es la sencillez y sinceridad de un convertido! Gracias.

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