“Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene…”
13 de Junio de 1917

Autor: José Eduardo Carrillo Lara

Son éstas las palabras con las que inicia el diálogo con Nuestra Señora el 13 de Junio de 1917, hace ya 100 años. Era la segunda vez que Jacinta, Francisco y Lucía se encontraban con Ella. En la primera aparición el mensaje fue muy similar: “Quiero que vengáis aquí seis meses seguidos, los días 13 a ésta misma hora” y ya después les diría quién es y qué quiere.
Y ahí están fielmente, un mes después, en el mismo lugar y a la misma hora, esperando ese gran mensaje; con la curiosidad y la sencillez de unos niños humildes del campo.
Pero esta segunda vez, tampoco hay un mensaje novedoso. No les pide un gran proyecto apostólico; no les pide divulgar un gran mensaje a las masas; no pide lío ni ningún tipo de ruido… Simplemente les quiere ahí, mes con mes y que recen el rosario todos los días. Quiere sentirles cerca, quiere que acudan a Ella, como cualquier niño que acude a su madre, ante cualquier necesidad, ante cualquier eventualidad, ante lo que sea: bueno o malo.
Simplemente quiere estar y quiere acompañarles y acompañarnos como Buena Madre.
Este es hoy por hoy el mensaje que quiere transmitirnos Nuestra Señora, el mensaje más importante y que no puede transmitirse con palabras; el mismo que transmitió a San Juan Diego en el cerro del Tepeyac y a Santa Bernardita en la Gruta de Lourdes. Ella se hace presente en nuestra vida, en el tiempo y en la historia; y se sigue haciendo presente de muchas maneras. Aún así, paradójicamente, nos sigue viendo solos y muchas veces demasiado agobiados con la “carga” de seguir a su Hijo, de ser fieles y de perseverar en nuestro camino hacia la meta: el Cielo. Y por eso Ella no se cansa de decirnos: “No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio” como le dijo a Lucía un 13 de Junio hace ya 100 años. Porque nuestra perseverancia no depende exclusivamente de nuestra lucha ni de nuestras propias fuerzas: depende de la GRACIA que se le da a
aquellos que CONFÍAN y saben ponerse en las manos bondadosas de Nuestra Buena Madre que no quiere que ninguno de sus hijos se pierdan.
Tu vida cristiana, mi vida cristiana, la vida de la Iglesia; no depende de hacer mucho sino de CONFIAR mucho. Luchar, sí; esforzarse, también; pero sobre todo saber acudir con confianza, como le pidió a los pastorcitos mes con mes y todos los días rezando el Rosario.
Sin esperar una gran revelación, ni una aparición mística y rimbombante; sino esperando únicamente poder estar con la Madre, compartir con Ella y disfrutar de su reconfortante compañía que nos insiste, no con palabras sino con sus gestos maternales: No estás solo, “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?”.

José Eduardo Carrillo Lara

Lic. en Ciencias de la Familia. Productorde TV en Telesur Católico

Correo Electrónico: jecarrillolara@gmail.com

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1 Comment

J.encarnacion gutierrez lozano · 4 de julio de 2017 at 5:36 PM

Darle gracias a Dios por darnos y por tener a nuestra madre Maria y recordarme que siempre esta con migo sobre todo en momentos dificilicimos que estoy pasando junto con mi familia! Gracias msma Maria 🙏🏻🙏🏻🙏🏻

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