EL REINO DE CRISTO ANTÍDOTO DEL RELATIVISMO
Autor: Padre Saúl Abraham Che Chi

En la reciente Solemnidad de Cristo, Rey del Universo nos preguntábamos ¿Qué significa el reinado de Jesús en medio del mundo? Nuestra mirada se detiene ante el misterio de la cruz porque es ahí donde entendemos que el reino de Jesús significa despojo, es decir, dejar que su verdad gobierne nuestros pensamientos y nuestras acciones. En el hoy de nuestra vida la humanidad ha repetido el pecado de Adán y Eva, insistiendo en ser dueños del bien y del mal. Queremos obedecer nuestras leyes y “verdades” rechazando la Verdad y la Ley de Dios.
Dios es como un arquitecto que diseñó al ser humano según una finalidad clara. Dios también es como un doctor que tiene un propósito sobre cada enfermo; por eso al igual que el enfermo alcanzará la salud sí se somete estrictamente a las indicaciones del médico así el hombre también debe someterse a las leyes de la naturaleza, sí quieres ser realmente feliz. Pero la humanidad inventó una filosofía relativista por la cual los hombres deciden si una cosa es cierta o equivocada. Con esta mentalidad los hombres perdieron la sensatez.
El ejercicio de la obediencia a Dios debe comenzar en nuestros círculos inmediatos, como la familia. Los padres deben pasar tiempo con sus hijos, enseñándoles a creer en las verdades reveladas por Dios. En esta dinámica de catequesis, las familias pueden ser un testimonio elocuente del Reino de Dios para el conjunto de la sociedad, animando a otros a vivir el mismo compromiso de amor. Por otro lado, los padres que viven sólo para lo superficial y delegan la educación de sus hijos a otros, cuya filosofía es el relativismo, lograrán construir una sociedad “descartista” y enemiga de Dios.
La medida del cristiano no es su propia voluntad, sino la persona del Hijo de Dios, el hombre verdadero, mediante un vínculo de amistad descubriremos todo lo que es bueno dándonos criterio para discernir entre lo verdadero y falso, entre el engaño y la verdad. Este es el Reino de Dios.
En definitiva, Cristo reina en la inteligencia de los hombres, no tanto por el sublime y altísimo grado de su ciencia cuanto porque Él es la Verdad y porque el hombre necesita beber de Él y recibir obedientemente la verdad. Cristo reina en la voluntad humana, no sólo porque en Él la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobilísimos propósitos. Cristo reina en el corazón del hombre porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús.

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