13 SEPTIEMBRE- San Juan Crisóstomo

S. Juan Crisóstomo nació alrededor del año 349 en Antioquía de Siria, procedía de una familia adinerada. Su padre, Segundo, fue general de caballería, que falleció al poco de nacer Juan. Fue criado por su madre, Antusa, mujer de una profunda fe cristiana que modeló el alma de su hijo con exquisita sensibilidad. Encomendada su formación al pagano Libanio, célebre maestro de retórica, pronto sobresalió por sus progresos en el arte de la elocuencia. Fue bautizado por san Melecio, Obispo de Antioquía, en la edad adulta.

Sintiéndose llamado a la vida retirada, encontró la oposición de su madre, por lo que vivió en su casa con el rigor de un solitario. A la muerte de Antusa, se aparta del mundo durante seis años, en los que se dedicó a meditar los Evangelios y las cartas de San Pablo, y marcarían la vida de Juan, pues en el retiro su alma se unió a la de Dios y sintió la urgencia de evangelizar a las almas con el espíritu apostólico que caracterizaría el resto de su vida. En el 386 es ordenado sacerdote por Flaviano. Dotado por Dios de dones excepcionales para la predicación, ejerció el ministerio de la Palabra con mucho éxito, mereciendo el sobrenombre de Crisóstomo, es decir, Boca de oro. En el año 397 es nombrado obispo de Constantinopla, la capital del Imperio romano de Oriente. Desde el inicio, implantó la austeridad en el palacio episcopal y construyó un hospital para los pobres. Por envidia, el patriarca Teófilo, apoyado por la emperatriz Eudoxia, denunció a Juan con acusaciones falsas y consiguió que fuera depuesto y condenado a sucesivos destierros entre los años 403 y 407. Durante este tiempo, además de caer enfermo, tuvo que sufrir los asedios de los pueblos enemigos, el hambre, los rigores del invierno, la peste y la soledad. Entregó su alma a Dios el 14 de septiembre del año 407, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

Respecto a su doctrina mariana, debe tenerse en cuenta que fue formado en la escuela de Antioquía, que ponía la atención en la humanidad de Cristo. Por eso, el título de Theotókos, Madre de Dios, muy usado en occidente, no aparece con frecuencia entre los antioquenos.

El Crisóstomo afirma claramente la concepción y el nacimiento virginal de Cristo, aunque estos hechos continúan siendo un misterio para nosotros. Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo, pero “no creas que comprendes el misterio solo porque oyes las palabras por obra del Espíritu Santo. Porque incluso después de conocer esto hay muchas cosas que no conocemos. Por ejemplo: ¿Cómo puede el Infinito ser contenido en un seno? ¿Cómo puede la Virgen dar a luz y seguir siendo virgen?” (Homilía sobre Mateo, 4,3).

Crisóstomo subraya igualmente la realidad de la naturaleza humana de Cristo en contra de los docetas, que defendían que era solamente un cuerpo aparente: “El evangelista afirma que Cristo tuvo su origen del cuerpo de la Virgen con estas palabras, lo que ha sido concebido en ella (Mt 1, 20), y Pablo dice igualmente, Nacido de mujer (Gal 4,4), en orden a tapar las bocas de aquellos que dicen que Cristo pasó por el vientre de su Madre como a través de un canal” (Ib).

El Crisóstomo ve claramente anunciado en la profecía de Is 7, 14 el milagro de la concepción y nacimiento virginal de Jesús. Ella, la Virgen, es el signo anunciado por el profeta: “Por eso se dice que es un signo, porque es algo sobresaliente. Esto no sería así si se tratara de un evento común que se confunde con otros. Por tanto, si el discurso se refiere a una mujer que da a luz de acuerdo a la ley de la naturaleza, ¿cómo podría llamarse signo a algo que sucede cada día? Cuando habla no dice simplemente ‘He aquí una virgen’, sino ‘He aquí a la virgen’. Añadiendo el artículo, indica una virgen única, distinta de todas las demás” (Comentario a Isaías, 7, 5).

Para S. Juan Crisóstomo, la perpetua virginidad de María es una verdad que pertenece a la fe y debe afirmarse con decisión. Después del nacimiento virginal de Jesús, S. José respetó la integridad de la Madre de Dios: “La virgen no tuvo contacto con hombre antes del nacimiento. Él (el evangelista) te deja a ti sacar la obvia y necesaria conclusión, es decir, que este hombre justo (José), incluso después del nacimiento de Cristo, se abstuvo de acercarse a la que había llegado a ser madre de esa manera y que fue encontrada digna de este nuevo tipo de alumbramiento” (Homilía sobre S. Mateo 5,3).

La tierra virgen de la que brotó el paraíso terrenal es para el Crisóstomo un tipo, una figura de María: “Por tanto, lo llama Edén o tierra virgen, porque esta virgen (la tierra del paraíso) es tipo de esa otra Virgen. Así como el suelo originario produjo para nosotros el jardín del paraíso sin ninguna semilla, así la Virgen dio a luz a Cristo para nosotros sin recibir ninguna semilla de hombre” (De mutatione nominum, 2,3-4). María es la contraposición de Eva: “Una virgen nos expulsó del paraíso, a través de una Virgen hemos alcanzado la vida eterna”.

Pidamos a María, la siempre Virgen, que sea para nosotros ayuda y protección en el camino hacia el Paraíso.

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