¿QUÉ ES UNA LETANÍA?

La palabra letanía tiene un origen griego y quiere decir súplica. Desde los inicios de la Iglesia, las letanías fueron utilizadas para indicar las súplicas hechas por los fieles, particularmente durante las procesiones.

Tiene un origen muy antiguo, pues encontramos vestigios de ellas en los textos de los padres apostólicos del siglo II, al parecer siguiendo la recomendación de San Pablo: “Recomiendo, ante todo, que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por los hombres de toda clase, por los jefes de estado y todos los gobernantes, para que podamos llevar una vida tranquila y de paz, con toda piedad y dignidad” (1 Tim 2, 1-2).

Cuando la casa en la que la Virgen María había vivido en Tierra Santa fue transportada milagrosamente a la ciudad de Loreto, en Italia, en 1291, el milagro se difundió rápidamente y dio inicio a numerosas peregrinaciones. Con el tiempo, los peregrinos compusieron una serie de súplicas a Nuestra Señora, que la invocaban por sus más importantes títulos espirituales.

Es a causa de su origen en el santuario de Loreto, además, que la letanía más tradicional en honor de la Santísima Virgen se llama “Letanía Lauretana”.

La estructura de la letanía

Las invocaciones iniciales no se dirigen a Nuestra Señora, sino a Nuestro Señor Jesucristo y a la Santísima Trinidad: “Señor, ¡ten piedad de nosotros! Jesucristo, ¡óyenos!” … ¿Por qué? Porque todo en Nuestra Señora nos conduce a su Hijo divino y, por medio suyo, a la Santísima Trinidad, que es nuestro fin supremo. La Santísima Virgen María es el mejor camino para llegar a Dios.

Después de esta introducción de la letanía, siguen tres invocaciones en las cuales pronunciamos el nombre de la Virgen, Santa María, y recordamos dos de sus principales privilegios: ser Madre de Dios y Virgen de las Vírgenes.

Enseguida, hay varios grupos de invocaciones a Nuestra Señora:

· para honrar su Maternidad
· para honrar su Virginidad
· de su Misericordia
· de María como Reina

La principal característica de la Letanía Lauretana es no quedarse solamente en los elogios a la Madre de Dios sino encomendarse a su intercesión. Por ello después de cada invocación se añadió el “Ruega por nosotros”, “Intercede por mí”, “Apiádate de mí” o fórmulas semejantes, por las cuales el cristiano que sufre, que está en pecado o se encuentra en trance de muerte, se acerca a María para obtener su gracia mediadora ante el Hijo.

 

LETANÍAS LAURETANAS

(Click en el enunciado para el TEXTO COMPLETO)

Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,

Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,

Madre de la Misericordia,

Madre de la Divina Gracia,

Madre de la Esperanza,
Madre Purísima,
Madre Castísima,
Madre Inmaculada,
Madre Amable,
Madre Admirable,
Madre del Buen Consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,

Virgen Prudentísima,
Virgen Digna de Veneración,
Virgen Digna de Alabanza,
Virgen Poderosa,
Virgen Clemente,
Virgen Fiel,

Espejo de Justicia,
Trono de la Sabiduría,
Causa de Nuestra Alegría,
Vaso Espiritual,
Vaso Digno de Honor,
Vaso Insigne de Devoción,
Rosa Mística,
Torre de David,
Torre de Marfil,
Casa de Oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del Cielo,
Estrella de la Mañana,
Salud de los Enfermos,
Refugio de los Pecadores,

Ayuda de los Migrantes,
Consuelo de los Afligidos,
Auxilio de los Cristianos,

Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de Todos los Santos,
Reina Concebida sin Pecado Original,
Reina elevada al Cielo,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de las Familias,
Reina de la Paz.