Tú, que recibiste el saludo del Espíritu de Paz,
Tú, que acogiste en tu seno el Verbo de Paz,
Tú, que engendraste al Santo Hijo de la Paz,
danos el gran don de La Paz

Ardía la guerra mundial, el odio y los estragos se extendían a todas las Naciones; los campos de concentración llenos de fugitivos, de prisioneros, de confinados; las familias deshechas; los hogares abandonados; la loca carrera de la muerte sembraba innumerables víctimas en los campos de batalla y en los hospitales y despedazaba los corazones de millones de esposas, de madres, de hijos, de novias y de amigos; el espectro del hambre; el espectáculo de las inmensas ruinas sembradas por la guerra; las terribles incógnitas del mañana, mantenían en angustia a todos los corazones, que cada día exploraban el futuro obstinadamente obscuro y amenazador.

En esas circunstancias, el Papa Benedicto XV, el 30 de Noviembre de 1915, concedió facultad a los obispos para añadir a las Letanías Lauretanas, la Invocación «Reina de la Paz, ruega por nosotros».

La paz, la más noble aspiración del corazón humano, es, según San Agustín, la tranquilidad del orden. La paz es la constante serenidad del ambiente moral que hace que la vida sea tranquila y fecunda. En este ambiente de paz, todo prospera y crece.

El Divino Redentor quiso que toda su vida discurriera entre dos mensajes de PAZ: la cantaron los ángeles en Belén y la anunció Él mismo a los Apóstoles el día de su Resurrección:

«La Paz sea con vosotros”. La paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy como la da el mundo«. (Juan 14.27).

De dos clases de paz puede gozar el hombre: la externa y la interna.

a) La paz externa consiste en la tranquilidad del orden externo, en las amistosas relaciones de los hombres entre sí, cuando son excluidas las disensiones, las contiendas, las disputas y las guerras.

Todos los hombres creados a imagen y semejanza de Dios estamos en la tierra para amarnos, no para oprimirnos y matarnos. Todos nos dirigimos a la Patria común: el Cielo. Jesucristo nos unió con el vínculo de la paz y fraternidad que no tiene fronteras cuando dijo: «sois todos hermanos”.

Pero se ha roto este vínculo sagrado, su historia es una serie de guerras fratricidas. Y la guerra constituye siempre una amenaza que pesa tanto más terriblemente cuanto más poderosos son los medios de destrucción. Esta paz pedimos a Dios por medio de la Virgen María.

b) La paz interior, que es el germen y la condición de la paz exterior, consiste en la posesión de la Gracia santificante, de la vida sobrenatural. Este tesoro inestimable que Jesucristo nos mereció al precio de SU SANGRE nos hace hijos de Dios (en el Hijo). herederos del cielo … de la felicidad eterna.

El Evangelio tiene una respuesta Divina para todos los problemas, no solo para aquellos que reflejan las relaciones del hombre con Dios y la consecución del último fin, sino aún para los que se refieren a la vida temporal de la sociedad humana.

Esta paz externa e interna, es la que imploramos a María con la invocación Reina de la Paz. Y, nótese que no la llamamos amiga o madre de la paz, sino que la llamamos Reina, porque Ella ha Poseído la Paz en grado sumo, en una medida verdaderamente regia.

La paz interna, porqué desde el primer instante de su existencia Ella estuvo llena de gracia y fue elegida para engendrar en su seno al Principe de Paz. María es el gozo y el modelo de toda familia humana.

La paz externa. porque Ella al pie de la Cruz abrazó con caridad maternal a todos los hombres, mostrando especial predilección y misericordia para los pecadores.

Sólo cuando sé ha quitado la causa de todo mal. que es el pecado, podernos vivir la paz estable, perfecta y duradera:
paz en la familia que es la primera célula dé la sociedad:
paz en la Patria, entre las Naciones, en el mundo entero:
paz en la sociedad civil y
paz en la Iglesia para que los dos poderes, el civil y el religioso, conduzcan a los hombres a la prosperidad temporal y a la felicidad eterna

Como todas las cosas hermosas y buenas, la paz es fruto del sacrificio. por consiguiente la paz nace de la mortificación que frena el orgullo y el egoísmo y la Paz tiene su origen en la CARIDAD proclamada por Jesús Crucificado y que se debe tener con todos los demás, aun con los enemigos .. caridad que hace orar aun a los verdugos

María Santísima es siempre la benigna ESTRELLA que dirige las almas descarriadas en la inmensidad del mar hacía el puerto de salvación: la estrella qué aun en la noche más profunda del odio, señala el camino a los navegantes, la estrella mensajera del día qué nos trae la luz, preludio del eterno día en qué las almas descansaran en paz

Hoy en él mundo no hay paz. y es porque la buscan donde no la hay, porqué se han olvidado las palabras de Jesucristo: » La paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy como la da él mundo». (Juan 14.27).

¡Virgen Santísima, Reina de la paz, acoge benignamente nuestra oración. Ayudados a conseguir la paz. Inspira pensamientos de paz a los que gobiernan, y haz que la justicia y la caridad florezcan en los corazones de cada hermano, en las familias y en la sociedad y el mundo entero.

Podemos obtener la paz, tan necesaria en nuestros tiempos. Sí invocáramos más a María, si rezáramos el Santo Rosario con más frecuencia y devoción, se acabarían las guerras, todas las guerras, porque está prometido pero no lo creemos, ella en cada una de sus apariciones nos a pedido… «recen el Santo Rosario, todos los días, para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra…

Ojala sepas y quieras sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con ésta admirable devoción mariana … San José María Escrivá.

María Reina de la paz, Ruega por nosotros, que recurrimos a vos.


Referencia: Meditaciones sobre las letanías de la Santisima Virgen para el mes de mayo
Cardenal Newmann

No. 52 de la Serie Letanías Lauretanas.

Equipo Fatimazo por la Paz.

Categories: Letanías

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