LUCIA DOS SANTOS

La gran protagonista de las Apariciones de Fátima, Lucia de Jesús, nació el 22 de Marzo de 1907, en Aljustrel, Parroquia de Fátima. Fue bautizada en el día 30 de Marzo en la Iglesia parroquial de Fátima. Sus padres eran Antonio dos Santos y María Rosa. Siendo la más pequeña de siete hermanos, Lucía era la favorita de la familia y fue siempre mimada por todos durante su infancia. A pesar de haber pasado algunas dificultades la familia, la madre de Lucia educó a todos sus hijos en un espíritu cristiano ejemplar.

Las circunstancias familiares, obligaron a que Lucía comenzase muy pronto a encargarse del rebaño de la familia.

En las Apariciones, Lucia tuvo un papel crucial, porque Nuestra Señora la eligió como intermediaria. Después de las Apariciones y obedeciendo el pedido de Nuestra Señora, Lucia asistió a la escuela primaria de Fátima.

El 17 de Junio de 1921, con 14 años, ingresó en el Asilo de Vilar (Porto), dirigido por las religiosas de Santa Dorotea, donde recibió una excelente formación moral y religiosa.

Descubriendo su vocación, decide entrar en el Instituto de Santa Dorotea en Tuy, España, donde tomó el hábito con el nombre de María Lucía de los Dolores. Hizo la profesión religiosa de votos temporales el 3 de Octubre de 1928, el 3 de Octubre de 1934, la de votos perpetuos.

El día 25 de Marzo de 1948, se trasladó para Coimbra, donde ingresó en el Carmelo de Santa Teresa, tomando el nombre de Hermana María Lucia de Jesús y del Corazón Inmaculado. El día 31 de Mayo de 1949, hizo su profesión de votos solemnes.

El 13 de Mayo de 2000, asistió a la Beatificación de sus primos Francisco y Jacinta, por el Papa Juan Pablo II en Fátima.

La Hermana Lucía nos dejó sus maravillosas “Memorias”, que ya se encuentran publicadas en varias lenguas. Ella escribió también, más tarde, un libro titulado: “Llamadas del Mensaje de Fátima”.

Falleció el 13 de Febrero de 2005, a los 97 años, en su convento Carmelita. El 19 de Febrero de 2006, sus restos mortales fueron trasladados para la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en Cova da Iria, siendo colocados al lado del sepulcro de su prima Jacinta Marto.

 

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FRANCISCO MARTO

Nació el 11 de Junio de 1908, en Aljustrel, parroquia de Fátima. Nueve días más tarde, fue bautizado en la Iglesia parroquial de Fátima. Su padre y también padre de Jacinta, era Manuel Pedro Marto, un hombre serio, piadoso y respetuoso de Dios. Su madre y madre de Jacinta, era Olimpia de Jesús, una mujer simple y devota, hermana del padre de Lucía.

Francisco era un chico que parecía haber heredado la personalidad de su padre: manso, muy humilde, paciente, un chico de pocas palabras, pacífico, equilibrado. Con temperamento tranquilo, imaginación y alegría espontánea.

Poseía el don de un alma contemplativa, más inclinada a pensar y a oír, que a hablar y a manifestarse. Orientó toda su oración y penitencia para “consolar a Nuestro Señor”.

Lucía describe a su primo: “Francisco no parecía hermano de Jacinta, a excepción de su rostro y en la práctica de las virtudes. No era como ella, caprichoso y vivo; era todo lo contrario, natural, pacífico y condescendiente”.

Falleció santamente el día 4 de Abril de 1919, en casa de sus padres. Sus restos mortales, fueron sepultados en el cementerio parroquial hasta el día 13 de Marzo de 1952, fecha en que fueron trasladados para la Basílica de Cova de Iria.

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JACINTA MARTO


Nació en Aljustrel, parroquia de Fátima, en el día 11 de Marzo de 1910. Fue bautizada en la Iglesia parroquial el día 19 del mismo mes y recibió el mismo nombre que de su madrina Jacinta.

Sobre ella, su prima Lucia escribió: “Ella era pequeña solamente en edad. En lo demás, sabía ya practicar la virtud y mostrar a Dios y a la Santísima Virgen su amor por la práctica del sacrificio…”. “Es maravilloso, cómo percibió el poder de la oración y del sacrificio, tan recomendado a nosotros por la Santísima Virgen… Yo tengo una gran estima por su santidad. Pienso, para mí misma, que Jacinta fue aquella que recibió de Nuestra Señora mayor abundancia de gracias, y un mejor conocimiento de Dios y de las virtudes. Sus modos, eran serios y reservados, pero amigables. Todas sus acciones parecían reflejar la presencia de Dios de una manera propia de persona adulta y de gran virtud”.

Murió santamente el 20 de Febrero de 1920, en el Hospital de Dña. Estefanía, en Lisboa, después de una larga y dolorosa enfermedad, ofreciendo todos sus sufrimientos por la conversión de los pecadores, por la paz del mundo y por el Santo Padre.

El 12 de Septiembre de 1935, su cuerpo fue solemnemente trasladado del nicho de la familia de Barao de Alvaizere, en Vila Nova de Ourem, al cementerio de Fátima y, colocado junto a los restos mortales de su hermanito Francisco.

En el día 1 de Mayo de 1951, se efectuó, con la mayor simplicidad, el traslado de los restos mortales de Jacinta para el nuevo sepulcro preparado en la Basílica de Cova de Iria.