DÍA 11
La Inmaculada siempre hace la voluntad de Dios, a la perfección
Ayer aprendimos sobre la unión íntima entre el Espíritu Santo y María; entre la Inmaculada Concepción increada y la creada. Podemos pensar: “eso es hermoso, pero ¿qué se desprende de ahí?”. Lo siguiente: que María hace la voluntad de Dios a la perfección — y esto es algo muy importante. Demos un paso hacia atrás para ver el panorama general de la realidad y poner esto en contexto. Según Santo Tomás de Aquino, toda la creación hace un gran movimiento circular que parte de Dios y regresa a Dios, al que los teólogos llaman “Círculo del Ser”. Aquino escribe:
“En la salida de las criaturas a partir del primer principio se considera un cierto proceso circular o de retorno, en cuanto que todas las cosas vuelven, como al fin, a aquello de lo que habían salido como del principio. ... Como hemos sido creados mediante el Hijo y el Espíritu Santo, así también, por ellos, estaremos unidos en el fin último”.
Ahora bien, San Maximiliano Kolbe, como buen teólogo que fue, describe de manera parecida el cuadro general de la realidad. Comienza señalando nuestra propia experiencia del mundo:
“En el universo encontramos siempre una acción y una reacción...una ida y un regreso, un alejamiento y un acercamiento, una división y una unificación. Pero la división está siempre ordenada a la unificación, que es creativa. Eso no es sino una imagen de la Santísima Trinidad en la actividad de las criaturas”.
Lo que Kolbe describe aquí es así realmente. Es la estructura del cosmos. Todo ha salido de Dios y está volviendo a Dios, con mayor o menor perfección. Este movimiento es denominado a veces como la gran “Salida-Retorno”. Y si bien Kolbe utiliza el término “separación” en lugar de “salida”, tiene la misma idea:
“Dios crea el universo y esta acción es en cierto modo una separación. A través de la ley natural recibida por Dios las criaturas por su parte se perfeccionan, se hacen semejantes a este Dios, regresan a Él; las criaturas racionales lo aman conscientemente y se unen cada vez más a Él por medio de ese amor, regresan a Él”.
Kolbe piensa que entre todas las criaturas del universo la Inmaculada merece una mención especial:
“La criatura totalmente llena de este amor, de divinidad, es la Inmaculada, sin mancha de pecado, Aquella que nunca se apartó en nada de la voluntad divina. Ella está unida de manera inefable al Espíritu Santo, por el hecho de que es su Esposa, pero lo es en un sentido incomparablemente más perfecto del que ese término puede expresar en las criaturas”.
Reflexionemos sobre esta visión de la realidad por un momento. Primero, todo procede de Dios. Piensa en toda la creación. Dios habla y ésta procede de Él. Luego, las plantas y los animales, cumpliendo con sus naturalezas, vuelven a Dios, siendo aquello para lo que fueron creados. Lo hacen sin pensar ni deliberar y con cierta facilidad. Esto sucede gracias a una especie de automatismo instintivo. En cambio, los seres humanos somos diferentes. Aunque hay momentos en que actuamos por instinto, también actuamos de un modo diferente a los animales. Actuamos por medio de la razón y de la voluntad y estamos conscientes al hacerlo, presentes ante nosotros mismos al actuar. Esto es lo que significa estar hecho a imagen de Dios: Podemos conocer a Dios y amarlo. Y mientras que los
animales hacen la voluntad de Dios por instinto, nosotros podemos hacer su voluntad libre y conscientemente. El problema es que abusamos de la libertad que Dios nos dio. No siempre elegimos su voluntad y por tanto no volvemos a Él como deberíamos. Pecamos. Y si pecamos gravemente sin arrepentirnos por completo, entonces, no llegamos a Dios. Esta es la gran tragedia de la vida humana. ¡Pero alabado sea Dios! Porque envió a su único Hijo y el poder de su Espíritu para salvarnos, para llevarnos de regreso a la casa de nuestro Padre en el Cielo. Y agradezcamos a Dios que después de la caída de la raza humana hizo una criatura concebida sin pecado, que se conforma libre y perfectamente a su voluntad, pues está perfectamente unida al Espíritu Santo. Ella nos ayuda a nosotros, pobres pecadores, a lo largo del camino. Nos ayuda a superar la tragedia del pecado. Nos conduce a hacer la voluntad de Dios, volver a Dios y llegar a ser santos. Mañana escucharemos más sobre esto.
ORACIÓN DEL DÍA:
“Ven, Espíritu Santo, que habitas en María.
Renueva la faz de la tierra para que toda la creación pueda volver a Dios Padre”.
1 Comment
Ana A. · 15 de noviembre de 2022 at 10:26 PM
Mamita María, que fuiste creada a semejanza del Espíritu Santo, guíanos a nuestro Padre Celestial, para alabarlo y glorificarlo aquí en la tierra como en el cielo, confío plenamente en ti y en tú misericordia.