Día 12

¿Quiénes son ustedes, oh Santos benditos de Dios?

San Maximiliano solía dar conferencias espirituales a los nuevos miembros de su comunidad religiosa, los novicios. Un día les enseñó una lección que nunca olvidarían: “Cómo llegar a ser un Santo”. El futuro santo comenzó por decir a su audiencia que la santidad no es tan difícil de alcanzar. Es el resultado de una simple ecuación, la cual escribió en una pizarra: “V+v= S”. La “V” significa la voluntad Divina. La “v” significa nuestras voluntades. Cuando las dos voluntades están unidas resulta la Santidad. Esta lección no fue sólo para los novicios. Kolbe la repitió una y otra vez en diferentes maneras a toda la comunidad. En Polonia, Kolbe había fundado el monasterio franciscano más grande del mundo, al que llamó Niepokolanow (“Ciudad de la Inmaculada”), y continuamente animaba a los más de 600 frailes a ser santos soldados para Dios bajo el liderazgo de María Inmaculada. ¿Por qué bajo María Inmaculada? Porque entre todas las criaturas sólo ella hace perfectamente la voluntad de Dios. Por lo tanto, cuando nuestras voluntades están unidas a la de ella, necesariamente están unidas a la voluntad de Dios. Estos son sólo dos de los innumerables ejemplos con los que Kolbe expresó este concepto muy importante:

“La Inmaculada es el límite último entre Dios y la creación. Ella es una imagen fiel de la perfección de Dios, de su santidad. El grado de perfección depende de la unión de nuestra voluntad con la voluntad de Dios. Cuanto mayor es la perfección, más íntima es la unión. Ya que la Santísima Virgen superó con su perfección a todos los ángeles y santos, por eso también su voluntad está unida e identificada de la manera más profunda con la voluntad de Dios. Ella vive y obra únicamente en Dios y por medio de Dios. Así pues, por el hecho de cumplir la voluntad de la Inmaculada, estamos cumpliendo la voluntad de Dios. Afirmando que queremos cumplir únicamente la voluntad de la Inmaculada, no disminuimos de ningún modo la gloria de Dios, sino que la acrecentamos, ya que de tal modo reconocemos y adoramos la omnipotencia de Dios, que dio la existencia a una criatura tan sublime y perfecta. De la misma manera, cuando nos quedamos extasiados ante una hermosa escultura, con eso mismo estamos alabando y admirando el genio del artista”.

“Ser uno en la voluntad de María, mujer del gran fíat , el único ser humano cuya voluntad jamás se desvió de la de Dios, quiere decir estar perfectamente unido a la voluntad de Dios. Y es esta conformidad de la voluntad de ustedes con la de Dios el apremiante compromiso de sus vidas”.

Hacer la voluntad de Dios no es fácil — salvo que tengamos la ayuda de la Inmaculada: “Ofrécete enteramente a ella… y así podrás superar fácilmente todas las dificultades y… te harás santo, un gran santo”. La meta principal de Kolbe fue ser santo. Literalmente. En las notas del retiro espiritual previo a su ordenación sacerdotal hizo una lista de sus metas espirituales. La primera meta dice: “Deseo ser santo y un gran santo”. Sabía que la Inmaculada lo ayudaría e incluso le haría más fácil el camino hacia la gran santidad. ¿Cómo facilita María la santidad? Vimos muchas razones la semana pasada durante nuestra reflexión final sobre la enseñanza de San Luis de Montfort. Pero Kolbe enfatizó otra razón por la cual María hace fácil la santidad. Tiene que ver con su papel de Mediadora de todas las Gracias, una idea expresada por él en su fórmula para la consagración mariana: “Dios quiso confiar la entera economía de la misericordia” a María. Es la voluntad de Dios que ella distribuya todas sus gracias. ¿Por qué? Porque es la voluntad de Dios unirse a María por su Espíritu Santo: “El Espíritu Santo actúa únicamente a través de la Inmaculada, su Esposa. Por consiguiente, Ella es la Mediadora de todas las gracias del Espíritu Santo”. Y por tanto, es “fácil” llegar a ser santo cuando estamos cerca y pedimos gracias a aquella cuyo trabajo es distribuirlas para Dios. Podemos entender mejor la idea de María como Mediadora de la Gracia si examinamos su imagen en la Medalla Milagrosa la cual nos llega debido a sus apariciones a Santa Catalina Labouré. Esta imagen conmovió profundamente a Kolbe porque representa a María sobre un globo con rayos de luz (las gracias) saliendo de los anillos de sus dedos. Durante una de las apariciones, Catalina vio que los rayos no salieron de todos los anillos de María. María explicó que los rayos y gracias estaban disponibles, pero no llegaron a la gente porque nadie se los pidió. El modo de proceder de Kolbe no es sólo pedir estas gracias, sino también permitir que María nos tome completamente en sus manos para hacernos instrumentos de estas mismas gracias para todo el mundo. Mañana aprenderemos más sobre este modo de proceder.

ORACIÓN DEL DÍA:
“Ven, Espíritu Santo, que habitas en María.
Une mi voluntad a la voluntad de la Inmaculada, la cual es una con la tuya”.

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