María, Puerta del Cielo

Es la perfecta mediadora, el puente tendido entre el Cielo y la Tierra, entre los hombres pecadores y el Dios misericordioso.

Quien ama a María, quien le tiene gran devoción, tiene la puerta abierta para entrar al Paraíso.

Virgen María en verdad tú eres la puerta escogida por Dios para que su Hijo viniera al mundo, gestado en tus entrañas como verdadero hombre.

Dios ha querido que tú fueras la mediación necesaria para que el Verbo tomara carne.

Tú, por dar a luz a tu Hijo, eres la puerta y la casa de Dios.

La Iglesia te invoca como Mediadora de todas las gracias, la mejor intercesora. Si Jesús dijo “nadie va al Padre, sino por mí”, de alguna forma nadie podría llegar a Cristo sino por ti.

El Concilio Vaticano II llegó a afirmar: “Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora.” (LG 62)

San Anselmo escribe de Dios en uno de sus sermones: “Valiéndose de María, se hizo Dios un Hijo, no distinto, sino el mismo, para que realmente fuese uno y mismo el Hijo de Dios y de María.Todo lo que nace criatura de Dios, y Dios nace de María. Dios creó todas las cosas, y María engendró a Dios.Dios, que hizo todas las cosas, se hizo a sí mismo mediante María; y, de este modo, volvió a hacer todo lo que había hecho.El que pudo hacer todas las cosas de la nada no quiso rehacer sin María lo que había sido manchado.”

En la letanía lauretana se te llama “Puerta del Cielo” pero no solo eres la puerta de la última morada de quienes peregrinamos por este valle, a veces tan a oscuras, sino que ya eres puerta de gracia, puerta de misericordia.

La fe de los sencillos te ha invocado con nombres muy entrañables y se sabe acoger a tu mediación, para acceder al trono de gracia.

Tú eres, María, la Puerta Santa por la que entrar en el recinto sagrado de la gracia y de la misericordia, por la que entrar a tu propio Hijo.

María es nuestra Madre, la Reina y Señora de cielos y tierra, en cuyas manos han sido «puestas las llaves del Cielo».

Porque María es en verdad la Puerta del Cielo, pues así está establecido en los designios de Dios:
Que nadie irá a al Padre si no es a través del Hijo, y nadie irá a al Hijo si no es a través de María, porque, si el Señor tomó como via para venir al mundo a María, el retorno de los hombres a Jesús se hará tambien por María quien es Madre de las divinas gracias, Tabernáculo de Dios y Puerta del Cielo.

Autora: María Fernanda Sánchez de Bastarrachea
Equipo Fatimazo por La Paz

No. 34 de la Serie Letanías Lauretanas


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