María salud de los enfermos

El pecado original introdujo en el mundo la enfermedad y la muerte. La Santa Iglesia nos propone una Doctora poderosa sabia y amorosa : La Santísima Virgen María: Salud de los Enfermos, que nos ayuda y conforta.
Ella intercede por nosotros para adquirir la salud del alma y nos ayuda a apartarnos del mal que la destruye.
San Bernardo dejó hermosos pensamientos sobre Nuestra Madre para alcanzar la salud del alma:
– Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en las tribulaciones ,llama a María .
– Si se agita la soberbia,la ambición o la incomprensión, mira a María .
– Si la ira, o el egoísmo violentan tu alma, invoca a María.
– En el peligro, angustia o ansiedad, piensa en María.
– Si te turba la enormidad de tus faltas, la fealdad de tu conciencia y te sumerges en la tristeza, llama a María.
– No la apartes a Ella de tu corazón y no te saldrás del camino.Si la sigues no desesperarás, si le ruegas no te perderás, si en ella piensas, si no te sueltas de Su mano, no caerás, nada tendrás que temer.

Si en todo momento de la vida necesitamos la ayuda de Dios y la protección de María, esta necesidad se hace más urgente en la enfermedad. Una madre vela a su hijo enfermo sin mostrar cansancio; ruega y se sacrifica para curar a su hijo; la mueve el amor que Dios puso en el corazón de las madres y que es un pálido reflejo del amor maternal de María, amor vigilante y solícito cuando sus hijos están afligidos por la enfermedad.
El Evangelio nos dice que muchos enfermos fueron curados por Jesucristo. Él le ha cedido en el cielo a Su Santísima Madre esta virtud, este dominio sobre la naturaleza doliente.
Aún en el caso de que la curación llegue con lento proceso natural, sin formas prodigiosas, ¿quién puede medir los cuidados de esta Madre incomparable? Ella ilumina a los médicos, infunde fortaleza a los enfermos, alcanza eficacia a las medicinas. Ella hace sentir al enfermo la función benéfica del dolor que lo hace semejante a su divino hijo crucificado. Si el enfermo está en pecado, Ella intercede motivando al arrepentimiento y, si los designios de El Señor señalan la muerte, entonces el amor de nuestra Tierna Madre inspira al enfermo el deseo de la presencia del Sacerdote. Es Ella la que alcanza en el corazón de quien está próximo a morir el perfecto dolor de los pecados, el valor de confesarlos sinceramente, el anhelo de recibir el Santísimo Sacramento y la resignación a la Voluntad Divina ofreciendo su dolor.
Las conversiones obtenidas en el lecho de muerte manifiestan la bondad inagotable y la poderosa intercesión de María Amadísima Madre.
Pidamos a María Santísima Salud de los Enfermos: nos asista en todas las enfermedades, que el nombre de SU DIVINO HIJO, el de Ella y el de Su esposo San José estén en nuestra mente y podamos pronunciarlo en el momento supremo.
Asi sea.

 

Autora: Marisol Espejo de Peón

No. 36 de la Serie Letanías Lauretanas

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5 Comments

María Esther. · 16 de octubre de 2018 at 10:52 PM

Si, nuestra Madre Santísima siempre está intercediendo y al pendiente de todos nosotros sus hijos. Sana nuestras dolencias, pero más las de nuestro corazón. Y con María todo, sin María nada. Gracias por la explicación de las letanias.

Norma · 16 de octubre de 2018 at 8:11 PM

Nuestra Madre Salud de los enfermos, ella nos sana, si nos sana el alma, nuestro cuerpo sanara igual, hoy yo necesitaba esa explicación mi Madre me mando este recado atraves de ti.

Laura silva · 16 de octubre de 2018 at 4:28 PM

Que gran lección, es ver como nueztra madre es también salud de los enfermos, de cuerpo de alma, de toda necesidad o dolencia, si llegáramos tan sólo a comprender, lo que ella puede hacer, no dudariamos seríamos como niños confiados a su mamá,
Gracias equipo Fatimazo gran explicación .👏🏻

    Ma.Aurora · 16 de octubre de 2018 at 9:50 PM

    Por el Poder que te concedió el Padre Eterno María, madre mía, líbranos de caer en pecado mortal. Por la Sabiduria que te concedió el Hijo, María, madre mía, líbranos de caer en pecado mortal. Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo, María, madre mía, líbranos de caer en pecado mortal. Cúbrenos y arrópanos bajo Tu Maternal Manto, no nos sueltes de la mano, no permitas que nos apartemos de ti, y condúcenos hacia tu Hijo.

Maria · 16 de octubre de 2018 at 3:48 PM

Gracias por compartir tanta información que nos hace amar mas a nuestra Madre

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