Virgen poderosa
A la más poderosa de las Reinas, Dios no le niega nada. Se le llama la omnipotencia suplicante. Semper vivens ad interpellandum pro filiis suis: Que vive siempre para interceder por sus hijos.
“No tienen vino”, dijo en una boda. Y qué vino más exquisito se bebió en Caná.
Ella es la mujer que con verdad puede decir: hizo en mi favor grandes cosas el que es todopoderoso, y en Él lo puedo todo. Es la mujer ante cuyo poder se admira el cielo, se pasma la tierra, y tiembla el infierno.
¿En qué consiste el poder de María? ¿Es acaso porque con su FIAT hizo bajar a Dios del cielo? ¿Será acaso por haber cargado en su virginal vientre al HOMBRE-DIOS? Si, lo anterior es correcto, pero además María Santísima es la mujer fuerte de la que habla Salomón, la que tiene la virtud y el poder. Por tanto, María como Reina poderosísima del cielo, por justo derecho tiene en su mano el cetro con el cual, en compañía de Cristo su Hijo, gobierna al mundo.
María Santísima también es poderosa porque cargó en sus brazos al que carga a la tierra y abrazó al Dios inmenso y omnipotente. María tuvo en sus brazos al brazo de Dios, que no es otra cosa que la virtud de Dios, y por eso no debe sorprendernos que sea tan poderosa.
Ahora preguntémosnos, ¿Será posible que nuestra Madre María Santísima con todo el poder de Dios en sus santas manos deje a sus hijos desprotegidos en la tierra? ¡¡De ninguna manera!!
Esta madre amorosa del cielo, siguiendo la voluntad de Dios, nos da un arma poderosísima para enfrentar y vencer a todos los enemigos de este mundo que buscan apartarnos del camino al cielo, ya sean vicios, placeres desordenados, malos pensamientos, malas compañías, hasta al mismo demonio. Esa arma poderosa es el Rosario. El rosario podría parecer una oración frágil y propia de abuelitas, pero Dios ha querido que sirva para detener los cañones y las bombas con que sus hijos son atacados todos los días.
Cuentan los antiguos que cuando Santo Domingo de Guzmán empezaba a desanimarse al ver que en los sitios donde predicaba la gente no se convertía y la herejía no se alejaba, le pidió a Nuestra Señora le iluminara algún remedio para conseguir la salvación de aquellas personas y que Ella le dijo en una visión:
«Estos terrenos no producirán frutos de conversión sino reciben abundante lluvia de oración».
Desde entonces el santo se dedicó a hacer rezar a las gentes el Padre Nuestro y el Ave María y a recomendarles que pensaran en los misterios de la Vida, Pasión y Muerte de Jesús. Muy pronto las conversiones fueron muy numerosas y las gentes de aquellas regiones volvieron a la verdadera religión.
Hoy por hoy, después de la Santa Misa, el Rosario es quizás la devoción más practicada por los fieles. Muchísimas personas han experimentado y siguen experimentando día a día los extraordinarios favores divinos que consiguen con esta santa devoción.
¡Cuántas personas han logrado verse libres de pecados y de malas costumbres al dedicarse a rezar con devoción el santo Rosario! ¡Cuántos hay que desde que están rezando el Rosario a la Virgen María han notado como su vida ha mejorado notoriamente en virtudes y en buenas obras! Son muchísimos los que por haber rezado con fe su Rosario lograron obtener una buena y santa muerte y ahora gozan para siempre en el cielo.
La tierna Virgencita es el terror del infierno entero. Por eso los devotos de María no tienen nada que temer, y con el rosario en la mano y en el corazón triunfaremos junto con el Inmaculado Corazón de María.
Virgen poderosa , ruega por nosotros.
Autora: Mariela Gastelum de Loret de Mola
Referencias:
* Devocionario.com
* Del libro Explicación de la letanía, del padre Francisco Javier Dornn
* Servicio Católico Hispánico
* Catholic.net
No. 20 de la Serie Letanías Lauretanas
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