248. 〰️ La prensa secular y el gobierno anticlerical
#FatimaParaHoy
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📌 Ya hemos visto como el administrador local, Arturo Santos, había fracasado en su intento de obligar a los niños a revelar el secreto de nuestra Señora o a negar las apariciones. Sin embargo, otros políticos adversos ya estaban relamiéndose al pensar en cómo saldrían las cosas en octubre.
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⚡️ Presuntuosos y arrogantes, estaban convencidos de que nunca iba a ocurrir nada milagroso.
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👩🏾🦯🧑🏿🦯 Se figuraban que entonces los tres pastorcillos serían perseguidos, y que la religión quedaría puesta en ridículo.
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📝 Aliada con estos políticos antirreligiosos, la prensa secular en todo Portugal llevaba adelante una amarga campaña de burla para desacreditar las apariciones.
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⭕️ Los intelectuales liberales y sofisticados de la época no podían aceptar que la religión tuviera nada valioso que aportarle a un mundo que parecía estar regido exclusivamente por la ciencia y la razón humana.
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🕊➕🔬 Pero claro que la fe y la ciencia no tienen por qué estar en conflicto, como lo ilustra este sencillo relato:
Un anciano iba sentado en un tren en Francia, rezando su Rosario. En una de las paradas, un estudiante universitario se subió al tren y se sentó cerca del anciano. Cuando el estudiante se fijó en el Rosario, comenzó a ridiculizar al anciano. “¡Deje ese Rosario! ¡Ya no necesitamos los rezos! ¡No dependemos de Dios! ¡Nosotros podemos manejar el mundo por cuenta nuestra; hoy tenemos la ciencia para controlar nuestro propio destino!” El anciano simplemente permaneció sentado en silencio, y continuó rezando el Rosario. Cuando se puso de pie para bajarse del tren, metió la mano en su bolsillo, sacó una tarjeta de visita y se la dio al estudiante. Solo podemos imaginarnos la sorpresa y el impacto en el rostro del joven cuando leyó la tarjeta: “Dr. Louis Pasteur — Academia de las Ciencias — París”. (Pasteur murió en 1895).
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🤍 Los auténticos científicos que tienen la mente y el corazón abierto saben que la ciencia tiene sus límites, pero que Dios no tiene límites.
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#fatimazoporlapaz
Fuente: Fátima para hoy. Pag. 109
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