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Os amo
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”El amor de Dios es siempre más grande que lo que podamos imaginar. Es tal el amor que Dios nos tiene que nos hizo sus hijos”. Papa Francisco..

De entre todas las criaturas, ninguna como Nuestra Señora fue tan amada por Dios, pero todos nosotros estuvimos igualmente, desde toda la eternidad, presentes en la mente de Dios, en su designio creador; y El creó todo, por amor a cada uno de nosotros, porque desde siempre, nos tuvo presentes y nos amó́.

Tenemos para con Dios una deuda de amor eterno, y solo en la prolongación de los siglos podremos ir satisfaciendo esa deuda, sin que nunca la saldemos completamente, porque el amor de Dios se anticipa y se prolonga siempre con mayor intensidad.

Somos muy pequeñitos delante de la inmensidad de Dios, pero le podemos dar lo que tenemos: ¡nuestro amor!

Este nuestro amor a Dios se manifiesta y se prueba en el amor que dedicamos a cada uno de nuestros hermanos, porque todos son, como nosotros, hijos de Dios, amados y redimidos por El en Jesucristo.

Dios Padre amoroso conduce nuestros pasos por los caminos de la vida; nos dio sus leyes, sus enseñanzas, que son la guía que debemos seguir.

Dios, al darnos su Ley, colocó inmediatamente en el principio el mandamiento de amarle, porque es este amor el que nos ha de llevar a cumplir todos los otros preceptos.

Todos ambicionamos ser amados, estimados, queridos, ser apreciados y tenidos en cuenta. Es una aspiración que Dios grabó en el corazón humano, porque nos creó́ por amor y para amar.

Fue el amor lo que llevó a Dios a crearnos, a redimirnos, enviando a su Hijo, que se ofreció como víctima de expiación, para pagar por nosotros, para pagar por nuestros pecados.

Es pues, un acto de justicia, amar a quien tanto nos ama y de quien recibimos todos los bienes; éste nuestro amor debe ser sincero, alegre y sacrificado.

Para que nuestra fe, adoración, esperanza y amor sean verdaderos y agradables a Dios, hay que derramarlos sobre nuestros hermanos a través de nuestra oración, buen ejemplo, palabras y buenas obras.

Todos tenemos el deber de trabajar y servirnos mutuamente unos a otros, cada uno según sus propias aptitudes, su posición, su cultura poniendo al servicio de sus hermanos los dones que recibió de Dios.

”Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos.
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