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🔺Llamada al sacrificio

📌Esta llamada al sacrificio que Dios nos dirige a través del Ángel en Fátima la encontraremos también en muchas páginas de la Sagrada Escritura.

En el Antiguo Testamento, los sacerdotes acostumbraban a ofrecer a Dios, por ellos mismos y por el pueblo, sacrificios de animales, que inmolaban como víctimas propiciatorias. Pero estas víctimas eran apenas figuras del sacrificio de Cristo, que había de ser la verdadera víctima ofrecida al Padre por los pecados de la humanidad.

San Pablo enseñó que es preciso completar en nosotros lo que falta a la pasión de Cristo, porque somos miembros de su Cuerpo Místico. Así, cuando un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren con él, y cuando un miembro se sacrifica, todos los demás miembros participan de ese sacrificio.

📌Todos tenemos muchas deficiencias y pecados; por eso, todos tenemos el deber de, en unión con la víctima inocente que es Cristo, sacrificarnos en reparación por nuestros pecados y por los de nuestros hermanos, porque todos somos miembros del mismo y único Cuerpo Místico del Señor.

El mensaje del Ángel pide claramente que ofrezcamos a Dios de todo lo que podamos un sacrificio: Pueden ser sacrificios de bienes espirituales, intelectuales, morales, físicos o materiales; lo que importa es que sepamos sacrificarnos siendo preciso para no transgredir ninguno de los mandamientos de la Ley de Dios.

🔹Es una exigencia de la que depende nuestra salvación eterna.

📌Así nos lo dice Jesucristo en el Evangelio:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; el que, en cambio, pierda su vida por mí, ése la salvará".

🔹La renuncia a todo lo que nos puede llevar al pecado es el camino para la salvación.

🔹Toda nuestra vida debe ser un holocausto ofrecido a Dios en los brazos de la cruz de cada día, en unión con la cruz de Cristo, por la salvación de las almas, cooperando con Él en la obra redentora como miembros de su Cuerpo Místico, la Iglesia que trabaja, ora y sufre, unida íntimamente a su cabeza, por el rescate de la humanidad.

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