Febrero es el mes de la Sagrada Familia, un momento ideal para seguir el ejemplo de Jesús, María y José.

La devoción a la Sagrada Familia en este mes se debe a la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo, que se celebra a inicios de mes y comenzó en el siglo XVII.

Comenzó casi simultáneamente en Canadá y Francia: la Asociación de la Sagrada Familia fue fundada en Montreal en 1663, y por las Hijas de la Sagrada Familia en París en 1674.

Esta devoción pronto se extendió y en 1893 León XIII expresó su aprobación de una fiesta bajo este título y él mismo compuso parte del Oficio.

A causa de la huida a Egipto, esta fiesta ha sido observada por los coptos desde los tiempos antiguos.

La fiesta fue acogida por los sucesivos Pontífices como un medio eficaz para llevar a casa del pueblo cristiano el ejemplo de la Sagrada Familia en Nazaret y para restaurar el verdadero espíritu de vida familiar, frenando, en cierta medida, los males de la sociedad.

En palabras de Su Santidad el Papa León XIII: "Nada puede ser verdaderamente más saludable y eficaz para la meditación de las familias cristianas que el ejemplo de esta Sagrada Familia, que abraza la perfección y la plenitud de todas las virtudes domésticas".

La Sagrada Familia es para nosotros un modelo de lo que debe ser la vida familiar. Es una escuela de virtudes tanto para padres como para hijos. Allí encontramos a Dios y aprendemos a relacionarnos con Él y con los demás.

La familia es el lugar donde el amor se da libremente y sin interés propio. Es donde aprendemos a amar, a orar y a practicar el don de la caridad.

El Papa Juan Pablo II ha dicho: “La familia, más que cualquier otra realidad humana, es el lugar en el que la persona es amada por sí misma y en el que aprende a vivir la entrega sincera de sí misma” (27 de noviembre de 2002).

Debemos preguntarnos si nuestras propias familias son un modelo de la Sagrada Familia. Debemos estar abiertos a la gracia de Dios para valorar lo positivo y aceptar nuestros errores, y estar dispuestos a rectificarlos. Ser padres es una responsabilidad muy difícil y a veces se cometen errores a pesar de las mejores intenciones. Al reconocer esto, los hijos deben confiar en sus padres y nunca olvidar que los padres solo quieren lo mejor para ellos.

Esto nos lleva a la que puede ser la virtud familiar más importante: el perdón.

Vivir tan íntimamente dentro del núcleo familiar naturalmente da lugar a situaciones desagradables en las que alguien puede sentirse ofendido.

San Pablo lo sabía cuando nos dijo que “soportáramos y perdonáramos a los demás”.

La salud de nuestra familia puede depender de la rapidez con la que aprendamos a perdonar sin albergar sentimientos de resentimiento.

Ninguna familia puede prosperar y crecer sin un trabajo constante.

Incluso los detalles materiales que requieren tiempo y esfuerzo son esenciales para mantener la fortaleza de la familia.

Todos deben trabajar juntos por el bien de la familia, incluso hasta el punto de anteponer la felicidad de los demás miembros de la familia a sus propias necesidades y ambiciones, dejando de lado sus propios deseos egoístas.

También es importante rezar en familia, especialmente el santo rosario.

La oración nos ayudará a intensificar nuestra cercanía unos con otros y a aprender a perdonar.

«Que la Sagrada Familia, icono y modelo de toda familia humana, ayude a cada uno a caminar en el espíritu de Nazaret».

Vivir con devoción este mes es una gran herramienta para fortalecer la vida familiar. ¿Te animas a ser parte?

Categories: Fatimazo

1 Comment

almillaenf · 29 de enero de 2025 at 11:27 AM

Si me gustaría ser parte de está gran familia de Nazareth

Déjanos un comentario