NOVIEMBRE DEDICADO A LAS ALMAS DEL PURGATORIO DÍA 7

La segunda pena del Purgatorio, más cruel que el mismo fuego, es la del remordimiento que se siente por los defectos de la vida pasada.
Tres dolorosas miradas echa el alma sobre ella, y con la primera ve todo el mal que podía haber evitado y no lo evitó.
¿Cuántos pensamientos, cuántos afectos desordenados podía haber reprimido? ¿Cuántas palabras ociosas, cuántos actos indecorosos podía haber omitido? ¿De cuántas debilidades y de cuántos escándalos podía haber huído?
Y no pudiendo menos de reconocerse reo mientras hubiera podido no serlo, se entristece sumamente, no tanto por el daño ocasionado a sí misma cuanto por el disgusto que ha dado a Dios. ¡Oh, verdaderamente feliz aquel a quien la conciencia no le arguye de algún delito! Procuremos, pues, atentamente, oh cristianos, no caer jamás en pecado.
Con una segunda y más penetrante mirada conoce profundamente el alma en el Purgatorio el bien que podía haber hecho en vida y no lo hizo. ¿Qué más pudiera el Señor poner de su parte para que ella produjera frutos de vida eterna? La hizo nacer en el seno de la fe, la adornó de entendimiento y de libertad, se dignó nutrirla con los santos Sacramentos, fortalecerla con gracias celestiales, atraerla a Sí con el ejemplo de los buenos.
Con tantos estímulos y auxilios debía haber corrido velozmente por el camino de la santidad y llegado a la cumbre de la perfección.
Mas a pesar de todo, ella muchas veces se paró en el camino, otras anduvo a paso lento, se enfrió en los ejercicios de piedad, dejó pasar muchas ocasiones de bien obrar, e hizo por culpa suya ineficaces muchas gracias del Señor. En vista de tantas negligencias, llora y suspira por no tener ya tiempo de reparar lo perdido. Mas nosotros, oh cristianos, podemos todavía repararlo con un fervor más íntimo y con una exactitud más constante en el servicio de Dios; ¿y porqué no lo hacemos?
Con una mirada más sublime hacia el Cielo divisa por último el alma desde el Purgatorio el puesto que le está destinada en el reino eterno: pero de paso ve y conoce con dolor que con evitar a su tiempo como estaba en su mano tantos defectos, y con haber obrado todo el bien que le era posible sería mucho más glorioso y resplandeciente su trono en el Cielo. Porque es indudable que habiendo muchas moradas en aquella patria feliz, cada grado de mérito aumenta a proporción los grados de gloria, y cuanto más se allega a Dios el alma por la perfección de la caridad en esta vida, tanto más cerca de Él logra estar en la otra. ¿Deseamos, pues oh cristianos, gozar de la más sublime gloria en el Cielo?
Esforcémonos en ser los más virtuosos y perfectos en la tierra.
ORACIÓN
Dadnos gracia, oh Señor, para que nos hagamos cuales nos deseáis perfectos y semejantes a Vos; para que huyamos de todo mal; crezcamos en toda clase de bienes y merezcamos en el Cielo un puesto distinguido junto a Vos.
Las almas del Purgatorio, porque faltaron a alguna de estas cosas, pagan rigurosamente la pena en aquella cárcel de dolores entre los continuos remordimientos de su espíritu.
Tranquilizad, Señor, su conciencia, aquietadla con el perdón de sus pecados, con la remisión de la pena, llamarlas a la corona y a la gloria, para que gozando de Vos en el Cielo, cese el arrepentimiento y la aflicción de que amargamente se alimentan en el horror del abismo.
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