Yo, ______________, pecador arrepentido,
renuevo y ratifico hoy en tus manos, oh Madre Inmaculada,
las promesas de mi bautismo.
Renuncio a Satanás y decido seguir a Jesucristo
aún más de cerca que nunca.
María te doy mi corazón. Enciéndelo, por favor,
con el amor por Jesús. Hazlo siempre atento a su
ardiente sed de amor y de almas.
Guarda mi corazón en tu Corazón Purísimo
para que yo pueda amar a Jesús y
a los miembros de su Cuerpo con tu mismo
amor perfecto.
María, me entrego totalmente a ti:
mi cuerpo y mi alma,
mis bienes interiores y exteriores e
incluso el valor de todas mis buenas acciones.
Haz de mí, por favor, de todo lo que soy y tengo,
lo que más te agrade.
Permíteme ser un instrumento digno
en tus manos inmaculadas y misericordiosas
para rendirle el mayor homenaje posible a Dios.
Si me caigo, por favor dirígeme nuevamente a Jesús.
Lávame en la sangre y el agua que brotan
de su costado traspasado y ayúdame
a no perder nunca la confianza en esta fuente
de amor y misericordia.
Contigo, oh Madre Inmaculada tú que siempre
haces la voluntad de Dios, me uno a la consagración
perfecta de Jesús mientras se ofrece en el Espíritu
al Padre por la vida del mundo.
Amén.