APA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo, 24 de noviembre de 2024

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Hoy el Evangelio de la liturgia (Jn 18,33-37) nos presenta a Jesús frente a Poncio Pilato: fue entregado al procurador romano para que lo condene a muerte.

Pero entre los dos inicia – entre Jesús y Pilato – un breve diálogo.

A lo largo de las palabras de Pilato y las respuestas del Señor, dos palabras en particular se transforman, adquiriendo un nuevo sentido.

Dos palabras: la palabra “rey” y la palabra “mundo”.

En un primer momento, Pilato pregunta a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Razonando como un funcionario del imperio, quiere entender si el hombre que tiene frente a él constituye una amenaza y para él un rey es la autoridad que manda sobre todos sus súbditos. ¿Esto sería una amenaza para él, no?

Jesús afirma que es un rey, sí, pero de una manera muy diferente. Jesús es rey por ser testigo: es Aquel que dice la verdad. El poder real de Jesús, el Verbo encarnado, está en su palabra verdadera, en su palabra eficaz, que transforma el mundo.

Mundo: he aquí el segundo momento. El “mundo” de Poncio Pilato es aquel donde el fuerte vence sobre el débil, el rico, sobre el pobre, el violento, sobre el manso, es decir, un mundo que desafortunadamente conocemos bien. Jesús es Rey, pero su reino no es de ese mundo, tampoco es de este mundo. El mundo de Jesús, de hecho, es el nuevo, el eterno, que Dios prepara para todos entregando su vida por nuestra salvación. Es el reino de los cielos, que Cristo lleva a la tierra derramando gracia y verdad (Jn 1,17).

El mundo del que Jesús es Rey rescata la creación arruinada por el mal con la fuerza precisamente del amor divino, Jesús salva la creación, porque Jesús libera, Jesús perdona, Jesús da paz y justicia.

“¿Pero es cierto, padre, esto? – “Sí”. ¿Cómo es tu alma? ¿Hay algo pesado allí dentro? ¿Alguna vieja culpa?

Jesús perdona siempre. Jesús no se cansa de perdonar.

Este es el Reino de Jesús. Si hay algo feo dentro de ti, pide perdón. Y Él perdona siempre.

Hermanos y hermanas, Jesús habla a Pilato desde muy cerca, pero este permanece lejos, porque habita en un mundo diferente.

Pilato no se abre a la verdad, aunque la tenga enfrente.

Hará crucificar a Jesús y ordenará que se escriba sobre la cruz: «El rey de los judíos» (Jn 19,19), pero sin entender el sentido de esta palabra: “Rey de los Judíos”, de esas palabras.

Sin embargo, Cristo vino al mundo, a este mundo nuestro: quien es de la verdad, escucha su voz (Jn 18,37). Es la voz del Rey del universo, que nos salva.

Hermanos y hermanas, escuchar al Señor infunde luz en nuestro corazón y en nuestra vida.

Y entonces probemos a preguntarnos, que cada uno se pregunte en su corazón:

¿Puedo decir que Jesús es mi “rey”? ¿O dentro del corazón tengo otros “reyes”? ¿En qué sentido? ¿Su Palabra es mi guía, mi certeza? ¿Yo veo en Él el rostro misericordioso de Dios que siempre perdona, que siempre perdona, que nos está esperando para darnos el perdón?

Recemos juntos a María, sierva del Señor, mientras aguardamos con esperanza el Reino de Dios.

Y a todos, a todos os deseo un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2024/documents/20241124-angelus.html#:~:text=Ángelus%2C%2024%20de%20noviembre%20de,Francisco&text=Queridos%20hermanos%20y%20hermanas%2C%20¡feliz,que%20lo%20condene%20a%20muerte.


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