PAPA FRANCISCO - ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo, 26 de enero de 2025

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

El evangelista Lucas nos presenta este domingo a Jesús en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde creció. Jesús lee el pasaje del profeta Isaías que anuncia la misión evangelizadora y liberadora del Mesías, y luego, en medio del silencio general, dice: «Hoy se ha cumplido esta Escritura» (Lc 4,21).

Imaginemos la sorpresa y el desconcierto de los conciudadanos de Jesús, que lo conocían como el hijo del carpintero José y que nunca hubieran pensado que Él pudiera presentarse como el Mesías.

Hubo desconcierto. Y, sin embargo, sucede precisamente esto: Jesús proclama que, con su presencia, ha llegado «el año de gracia del Señor».

Es un feliz anuncio para todos, especialmente para los pobres, los prisioneros, los ciegos, los oprimidos; así dice el Evangelio.

Aquel día, en Nazaret, Jesús puso a sus interlocutores ante una elección sobre su identidad y su misión.

En la sinagoga, nadie pudo dejar de preguntarse: ¿Él es solamente el hijo del carpintero que se atribuye un papel que no le corresponde, o es verdaderamente el Mesías, enviado para salvar al pueblo del pecado?

El evangelista nos dice que los nazarenos no consiguieron reconocer en Jesús al consagrado del Señor.

Creían conocerlo demasiado bien, y eso, en lugar de facilitar la apertura de sus mentes y de sus corazones, los bloqueó, como un velo que oscurece la luz.

Hermanos y hermanas, este acontecimiento, con las debidas analogías, nos sucede también hoy a nosotros.

La presencia y las palabras de Jesús nos interpelan; también nosotros estamos llamados a reconocer en Él al Hijo de Dios, a nuestro Salvador.

Pero puede sucedernos, como sucedió entonces a sus compaisanos, que creamos que ya lo conocemos, que ya sabemos todo de Él: hemos crecido con Él en la escuela, en la parroquia, en el catecismo, en un país de cultura católica… Y, de este modo, también para nosotros es una Persona cercana, es más, “demasiado” cercana.

Pero probemos a preguntarnos:

🔸 ¿advertimos la autoridad única con la que habla Jesús de Nazaret?

🔸 ¿Reconocemos que Él es portador de un anuncio de salvación que nadie más puede darnos?

🔸 Y yo, ¿me siento necesitado de esta salvación? ¿Siento que, de algún modo, yo también soy pobre, prisionero, ciego, oprimido?

¡Entonces, solo entonces, el “año de gracia” será también para mí!

Dirijámonos con confianza a María, Madre de Dios y Madre nuestra, para que nos ayude a reconocer a Jesús.

Deseo a todos un feliz domingo. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2025/documents/20250126-angelus.html


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