PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo, 30 de octubre de 2022

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, en la liturgia, el Evangelio narra el encuentro entre Jesús y Zaqueo, jefe de los publicanos en la ciudad de Jericó (Lc 19,1-10).
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En el centro de esta narración se halla el verbo buscar.
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Estemos atentos: buscar.
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Zaqueo «buscaba ver quién era Jesús» , y Jesús, tras haberlo encontrado, afirma: «El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido»
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Detengámonos un momento en las dos miradas que se buscan: la mirada de Zaqueo que busca a Jesús, y la mirada de Jesús que busca a Zaqueo.
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🔹La mirada de Zaqueo. Se trata de un publicano, es decir, de uno de aquellos hebreos que recaudaban los impuestos por cuenta de los dominadores romanos —un traidor a la patria— y que se aprovechaban de su posición
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Por este motivo, Zaqueo era rico, odiado por todos y señalado como pecador
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El texto dice que «era pequeño de estatura», y con esto quizá alude también a su bajeza interior, a su vida mediocre, deshonesta, con la mirada siempre dirigida hacia abajo
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Pero lo importante es que era bajito
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Y sin embargo, Zaqueo quiere ver a Jesús. Algo lo empuja a verlo. «Se adelantó corriendo —dice el Evangelio— y se subió a un sicómoro para verle, porque iba a pasar por allí»
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Se subió a un sicómoro: Zaqueo, el hombre que dominaba todo, hace el ridículo, va por el camino del ridículo para ver a Jesús
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Pensemos qué sucedería si, por ejemplo, un ministro de economía se subiese a un árbol para ver algo: se arriesga a las burlas
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Y Zaqueo se arriesgó a que se burlasen de él para ver a Jesús, hizo el ridículo. Zaqueo, en su bajeza, siente la necesidad de buscar otra mirada, la de Cristo
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Aún no lo conoce, pero espera a alguien que lo libere de su condición —moralmente baja—, que le haga salir de la ciénaga en la que se encuentra
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Esto es fundamental: Zaqueo nos enseña que, en la vida, nunca está todo perdido. Por favor: ¡nunca está todo perdido, nunca!
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Siempre podemos dar espacio al deseo de recomenzar, de reiniciar, de convertirnos. Y esto es lo que hace Zaqueo.

🔹 En este sentido, es decisivo el segundo aspecto: la mirada de Jesús
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Él ha sido enviado por el Padre a buscar a quien se ha perdido; y cuando llega a Jericó, pasa precisamente bajo el árbol en el que está Zaqueo
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El Evangelio narra que «Jesús levantó la mirada y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa”»
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Es una imagen muy hermosa, porque si Jesús debe alzar la mirada, significa que mira a Zaqueo desde abajo
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Esta es la historia de la salvación: Dios no nos ha mirado desde lo alto para humillarnos y juzgarnos, no; por el contrario, se ha rebajado hasta lavarnos los pies, mirándonos desde abajo y restituyéndonos la dignidad
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Así, el cruce de miradas entre Zaqueo y Jesús parece resumir toda la historia de la salvación: la humanidad con sus miserias busca la redención; pero, ante todo, Dios con su misericordia busca a la criatura para salvarla
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Hermanos, hermanas, recordemos esto: la mirada de Dios no se detiene nunca en nuestro pasado lleno de errores, sino que ve con infinita confianza lo que podemos llegar a ser
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Y si a veces nos sentimos personas de baja estatura, que no están a la altura de los desafíos de la vida y, menos aún, de los del Evangelio, empantanadas en los problemas y en los pecados, Jesús nos mira siempre con amor: como con Zaqueo, viene a nuestro encuentro, nos llama por nuestro nombre y, si lo acogemos, viene a nuestra casa
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Podemos entonces preguntarnos: ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos? ¿Nos sentimos inadecuados y nos resignamos, o precisamente cuando nos sentimos desanimados buscamos a Jesús?
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Y, además, ¿cómo miramos a quienes se han equivocado y tienen dificultad para levantarse del polvo de sus errores? ¿Es una mirada desde lo alto que juzga, desprecia, que excluye?
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Recordemos que solo es lícito mirar a una persona de arriba abajo para ayudarla a levantarse; nada más
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Solamente así es lícito mirar de arriba abajo. Los cristianos debemos tener la mirada de Cristo, desde abajo, que abraza, que busca al que está perdido, con compasión. Esta es, y debe ser, la mirada de la Iglesia, siempre, la mirada de Cristo, no una mirada de condena
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Recemos a María, cuya humildad miró el Señor, y pidámosle el don de una mirada nueva sobre nosotros mismos y sobre los demás.
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Os deseo a todos un feliz domingo. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta la vista.
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FUENTE: https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2022/documents/20221030-angelus.html

Categories: Fatimazo

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