PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Biblioteca del Palacio Apostólico
Miércoles, 24 de junio de 2020
Catequesis: 8. La oración de David
Resumen leído por el Santo Padre en español
Queridos hermanos y hermanas:
En nuestro itinerario de la catequesis sobre la oración, hoy nos detenemos ante la figura del rey David, que tiene un papel central en la historia del pueblo de Dios. David era el último de muchos hermanos y pastoreaba el rebaño de su padre Jesé. Ante todo, David era un pastor; cuidaba a los animales y los defendía de los peligros. Así intentó comportarse posteriormente con el pueblo que le fue confiado. Sabemos que, después de haber cometido un pecado grave cuando era rey y al escuchar el reproche del profeta Natán, David comprendió que era un mal pastor, que había saqueado a otro hombre lo que más quería: se había convertido en un enfermo de poder.
Por otra parte, apreciamos que David tenía un alma de poeta. No era un hombre insensible, sino que estaba atento a la belleza y se dejaba asombrar por la vida, manifestando sus sentimientos a través de la música y la poesía, siendo —según la tradición— el compositor de muchos de los salmos.
De estos elementos podemos ver que David es un personaje contrastante: es virtuoso y pecador, perseguido y perseguidor. David fue todo esto; pero hay un hilo conductor que une toda su vida, que es la oración. Puede ser una oración con tonos de júbilo o de lamento, pero siempre en diálogo con su Creador, que lo escucha. David nunca estuvo solo, aunque físicamente lo estuviera, porque —en medio de las mil dificultades de su vida— fue capaz de entablar una auténtica relación de amistad con Dios, el verdadero compañero del viaje del hombre.
Ayer un violento terremoto azotó el sur de México, causando algunas víctimas, heridos y enormes daños. Rezamos por todos ellos. Que la ayuda de Dios y de los hermanos les dé fuerza y apoyo. Hermanos y hermanas les estoy muy cercano.
Hoy celebramos la memoria de san Juan Bautista, profeta precursor del Mesías. Que su ejemplo, como también el del rey David —dos hombres totalmente diferentes que vivieron la profecía y que supieron indicar dónde estaba el verdadero Dios—, sean estímulo para nuestra vida, para que busquemos la amistad de Dios a través de la oración, y nuestro ejemplo pueda ayudar a llevar a Dios a los hombres y los hombres a Dios.
Que el Señor los bendiga.
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