La tercera manifestación de esperanza se refiere a los hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria.

El Papa menciona a «los presos que, privados de la libertad, experimentan cada día —además de la dureza de la reclusión— el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en bastantes casos, la falta de respeto. Propongo a los gobiernos del mundo que en el Año del Jubileo se asuman iniciativas que devuelvan la esperanza; formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad; itinerarios de reinserción en la comunidad a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las leyes».

De hecho, a modo de signo de cercanía, Francisco abrió una Puerta Santa en una cárcel el 26 de diciembre de 2024. En la apertura de la Puerta Santa de la cárcel de Rebibbia, el Papa exhortó a “abrir de par en par las puertas del corazón, pues cada quien sabe cómo hacerlo”.

Que se ofrezcan signos de esperanza a los enfermos que están en sus casas o en los hospitales.

Que sus sufrimientos puedan ser aliviados con la cercanía de las personas que los visitan y el afecto que reciben.

Las obras de misericordia son igualmente obras de esperanza, que despiertan en los corazones sentimientos de gratitud. Que esa gratitud llegue también a todos los agentes sanitarios que, en condiciones no pocas veces difíciles, ejercitan su misión con cuidado solícito hacia las personas enfermas y más frágiles.


0 Comments

Déjanos un comentario