Los signos del Jubileo son una serie de acciones que se realizan para acceder a la obtencion de las indulgencias durante un año santo: Cruzar la Puerta Santa, Participación Activa en la Eucaristía, Orar por las intenciones del Papa, entre otros.
Un signo importante del Jubileo es también la Confesión. Acercarse al Sacramento con el cual somos reconciliados con Dios equivale a tener experiencia directa de su misericordia.
Es encontrar el Padre que perdona: Dios perdona todo.
Dios nos comprende también en nuestras limitaciones, nos comprende también en nuestras contradicciones. No solo, Él con su amor nos dice que cuando reconocemos nuestros pecados nos es todavía más cercano y nos anima a mirar hacia adelante. Dice más: que cuando reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón, hay fiesta en el cielo. Jesús hace fiesta: esta es Su misericordia.
Perdonar es algo grande y, sin embargo, no es fácil perdonar, porque nuestro corazón es pobre y con sus fuerzas no lo puede hacer.
Pero si nos abrimos a acoger la misericordia de Dios para nosotros, a su vez somos capaces de perdón.
El sacramento de la reconciliación nos concede el perdón y la sanación que necesitamos.
Al sanar a los enfermos, Jesús decía con frecuencia: “Tus pecados te son perdonados”.
Él vino a sanar el cuerpo y, sobre todo, a sanar el alma al predicar el arrepentimiento para el perdón de los pecados.
Jesús estableció Su Iglesia para extender Su presencia en la tierra, y por eso la Iglesia continúa el ministerio de Jesús de perdonar los pecados.
Por lo tanto, ¡ánimo! Vivamos el Jubileo iniciando con estos signos que llevan consigo una gran fuerza de amor.
El Señor nos acompañará para conducirnos a experimentar otros signos importantes para nuestra vida. ¡Ánimo y adelante!
¿Qué pecados debo confesar?
Un cristiano puede confesar los pecados mortales y veniales (ordinarios) en la confesión. Sin embargo, para hacer una buena confesión, debe confesar todos sus pecados mortales. Es suficiente nombrar la naturaleza del pecado (por ejemplo, adulterio) sin dar detalles específicos. Uno también debe confesar, hasta donde se tenga conocimiento, la frecuencia con la que se ha cometido un pecado particular. Dios es bueno, y también perdona todos los pecados en la confesión, aunque una persona no pueda recordarlos todos. Sin embargo, Dios también desea que seamos sinceros con Él y con nosotros mismos, y sería pecaminoso ocultar un pecado mortal intencionalmente durante la confesión. En ese caso, ninguno de nuestros pecados serían perdonados.
Los pecados mortales incluyen serios agravios que cometemos a sabiendas y deliberadamente. Entre estos podemos incluir blasfemia, sacrilegio, ausencia intencional a la misa dominical, asesinato, aborto y graves actos de violencia, fornicación, masturbación y el uso de pornografía o contraceptivos artificiales, hurtar y estafar a los trabajadores.
Muchas iglesias ofrecen un examen de conciencia que ayuda a las personas a reflexionar sobre sus faltas y a prepararse para la confesión.
¿Con qué frecuencia debo acudir a la confesión?
Cada cristiano debe acudir a la confesión cuando se da cuenta de que se encuentra en un estado de pecado grave.
Como mínimo absoluto, la Iglesia requiere que los cristianos confiesen sus pecados graves una vez al año (CIC 989). Es recomendable hablar con su confesor sobre la frecuencia con la que debe recibir el sacramento.
A la mayoría de los cristianos le beneficia recibir la reconciliación cada mes o cada dos meses.
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