Peregrinos de esperanza. Aún estamos a tiempo de prepararnos para vivir este Año Jubilar.

Empezando el 24 de diciembre de 2024 y concluyendo el 6 de enero de 2026, el año jubilar estará repleto de eventos importantes para la Iglesia y los católicos.

El primero de ellos se trata de la apertura de la Puerta Santa, en la Basílica de San Pedro, en Nochebuena de este año. Posteriormente, se dará inicio a todos los Jubileos, 33 en total: el Jubileo de los Artistas, del Mundo de la Comunicación, del Mundo del voluntariado, de las Personas con discapacidad y ¡muchos, muchos más!

Sin embargo, el año jubilar no se trata únicamente de estas reuniones internacionales con el Papa, sino que también está compuesto por distintos signos especiales: peregrinación, la Puerta Santa, reconciliación, oración, liturgia, profesión de fe e indulgencia. ¿Qué significa cada símbolo?

Peregrinación

Este primer signo hace referencia a ponernos en camino, para no movernos únicamente de lugar, sino transformarnos a nosotros mismos, teniendo una meta clara.

Como la mayoría no podemos peregrinar a Roma, cada diócesis tendrá su Puerta Santa en la catedral por lo que podemos organizar una peregrinación en familia, con amigos, compañeros de apostolado… para visitarla.

La contemplación de lo creado también forma parte de todo esto y es una ayuda para aprender que cuidar la creación. La idea es que con nuestras actitudes contagiemos el júbilo de este Año Santo, año de gracia y bendición.

Puerta Santa.

Este gesto expresa nuestra decisión de seguir y de dejarse guiar por Jesús, que es el Buen Pastor.

Por otro lado la puerta es también un paso que conduce al interior de la iglesia que para la comunidad católica, no solo es un espacio de lo sagrado, sino que es un signo de la comunión que una a todo creyente con Cristo: es el lugar de encuentro y de diálogo, de reconciliación y de la paz que espera la visita de todo peregrino, el espacio de la Iglesia como comunidad de fieles.

En algunas diócesis se designan varias Puertas Santas, además de la de Catedral, como puede ser la basílica, algún santuario en especial, según la disposición del Obispo, así que es necesario que nos informemos sobre este tema para no dejar de cruzar el umbral de estas Puertas Santas.

Reconciliación.

Busca la reconciliación y ayuda a otros a hacerlo.

El Jubileo es un signo de reconciliación porque abre un “tiempo favorable” (cfr. 2 Cor 6,2) para la propia conversión, es decir, ponemos a Dios en el centro de la propia vida.

Se trata de vivir el sacramento de la reconciliación, de aprovechar este tiempo para redescubrir el valor de la confesión y recibir personalmente la palabra del perdón de Dios.

Para esto podemos hacer el ejercicio del examen de conciencia cotidiano para que podamos acercarnos a la confesión.

Oración y Liturgia

Ya sea una oración espontánea o definida, individual o comunitaria, el rezar le permite al cristiano estar abierto a experimentar la presencia de Dios. La oración debe acompañar al peregrino en todo momento, haciendo de su vida una constante bienvenida al Espíritu Santo para actuar en ella.

En cuanto a la liturgia, esta se trata del rezo público de la Iglesia, teniendo como centro la celebración eucarística. Un rito litúrgico destacable del Año Santo es la apertura de la Puerta Santa, el cual ha cambiado con el paso del tiempo. Sin embargo, desde 1950 se ha conservado la tradición del Papa pasando como el primer peregrino a través de ella.

Mientras que la oración puede ser un acto individual, la liturgia busca reunir a todo el pueblo de Dios.

Profesión de fe

La profesión de fe es esencial para el católico, pues se expresa su confianza plena en Dios, no solamente a través de palabras, sino con su vida misma:

“Porque, si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación.” Romanos 10, 9-10

Indulgencia plenaria.

La indulgencia permite liberar el corazón del peso del pecado, para poder ofrecer con plena libertad la reparación debida por ellos.

Para alcanzarla es necesario tener la disposición interior de un desapego total al pecado, incluso venial; estar en estado de gracia (confesión sacramental), comulgar sacramentalmente, hacer oración por las intenciones del Papa.

La confesión puede hacerse el mismo día, ocho días antes o después de la fecha que se quiere ganar la indulgencia. La comunión debe realizarse el mismo día.

Que este año seamos verdaderos peregrinos de esperanza que contagien con sus acciones a los demás de alegría, entusiasmo y del Amor de Dios.

Muchas personas no tienen la posibilidad de tener información de lo que pasa en la vida de la Iglesia, no saben que estamos a punto de vivir un año de gracia y bendición pero nosotros podemos darles ese testimonio y ayudarles a que lo vivan activamente y que ganen la indulgencia.

Nuestro testimonio es vital para que en nuestro entorno pueda verse reflejado ese gozo que emana del corazón que se ha transformado porque se ha liberado del pecado y está lleno del Amor de Dios.

Fatimazo por La Paz.

 

 


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