“Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre; unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo”.

De esta manera, el Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 525, resume el acontecimiento glorioso de la encarnación y nacimiento del Hijo de Dios, para que la humanidad entera fuera salvada.

Por primera vez Dios entra a formar parte de la historia humana. Desde ese año en adelante, la historia se dividió en dos: antes y después de Cristo.

Desde el momento de la encarnación del Hijo de Dios, el mundo no ha sido igual. Llegó la Luz a vencer las tinieblas morales del hombre, llegó la Vida para imponerse a la “cultura de la muerte”, llegó el Camino para mostrar a los hombres, errantes en este “valle de lágrimas”, el rumbo al Cielo.

Al celebrar la Navidad, debemos centrarnos en lo que realmente es: Jesús nacido en Belén. Se trata de poner la mirada de nuestro corazón en Su amor, en Su gracia y en Su luz que llenan toda la tierra.

Navidad es un momento para permitir que la Luz Verdadera nazca en cada uno de nosotros y nos permita acercarnos más a la voluntad amorosa y salvífica de Dios que ha nacido por nosotros.

En esta Navidad, dejemos que Jesús, como a María, nos mire y ayude a transformar nuestras vidas conforme a Su Voluntad,

❤️ Hagamos conocer y amar a la Virgen María.


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