Julio dedicado a la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo – Día 13
Mientras San Francisco Caracciolo trabajaba en la propagación de su orden religiosa, vinieron a proponerle la fundación de una nueva casa en Anagni.
Aunque agobiado por las muchas penitencias y fatigas, quiso pasar por Loreto, saliendo de Roma, y dos días después de haber llegado fue acometido de una calentura violenta que en poco tiempo le redujo a un extremo peligro.
El Santo, que conocía estar próxima su muerte, quiso hacer su confesión general y recibió en seguida con la mayor devoción el Santo Viático y la Extremaunción.
Teniendo el Crucifijo en la mano le oyeron repetir muchas veces lleno de amor y confianza: “Sangre de Jesús derramada por mí, tú eres mía; yo la quiero, Señor, dádmela, no me rehuséis lo que es mío;” e imprimiendo tiernos ósculos en las llagas de su Redentor, repetía: “Sangre preciosísima de mi Jesús, tú eres mía y solamente contigo espero mi salvación.”
Y con estos sentimientos espiró apaciblemente.
JACULATORIA
Eterno Padre, os ofrezco la Sangre de Jesucristo en rescate de mis pecados y por las necesidades de la Iglesia.
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