Julio dedicado a la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo – Día 27
Al salir de su infancia Santa Catalina de Génova, tenía en su aposento una imagen de Cristo muerto.
A fuerza de mirarle así traspasado y ensangrentado se sentía toda inflamada de amor por Él, y quiso en seguida hacerse religiosa. Más llegada a la edad de dieciséis años debió desposarse con un caballero de la ciudad, y desde entonces, por instigación de los suyos, se entregó a las máximas y diversiones peligrosas del siglo.
No encontrando en ellas ningún placer, sino más bien remordimientos, quiso hacer e hizo una confesión general, en la que, por un favor especial de la gracia, fue de tal manera penetrada de sentimientos de contrición, que quedó como anonadada y cambiada completamente.
Se entregó a toda suerte de ejercicios de mortificación y de penitencia, repitiendo frecuentemente estas palabras:
« ¡Oh amor mío! ¡No más pecar!»
JACULATORIA
Eterno Padre, os ofrezco la Sangre de Jesucristo en rescate de mis pecados y por las necesidades de la Iglesia.
0 Comentarios