NOVIEMBRE DEDICADO A LAS ALMAS DEL PURGATORIO DÍA 19

Las almas del Purgatorio fueron en vida obedientes a la ley de Dios, justas en sus obras у victoriosas de sus enemigos.
De aquí es que el Señor las ama y las desea con indecible transporte, y las tiene preparadas en el Cielo coronas de gloria.
Mas entre tanto debe portarse con ellas como juez y castigarlas inflexible o severamente.
Por eso es que estimulado igualmente por los rigores de la justicia y por los tiernos impulsos de la misericordia; dirige alternativamente sus miradas a aquellas almas que penan y a nosotros que podemos darles la libertad; y al paso que se vuelve airado hacia aquellas por exigirlo así la inmutable ley eterna, se nos muestra a nosotros todo piedad y misericordia movido de su corazón benéfico: mientras desecha a aquellas, nos mueve, nos solicita, nos estimula, y llega hasta a rogarnos que le libremos de tan penoso contraste, que le hagamos una dulce violencia, que detengamos su diestra armada, que arrebatemos de ella el azote con que hiere y atormenta a aquellas almas.
¿Y podremos nosotros dar a Dios una negativa?
¿De cuánto placer no sirvió a Abrahán, forzado a sacrificar a su hijo Isaac, la aparición de aquel ángel propicio que le detuvo la diestra?
¿Qué gozo causó á Saul, obligado a condenar al amado Jonatás, su pueblo cuando libró al esforzado joven de la muerte?
Pues nosotros agradaremos a Dios mucho más cuando vea que nos oponemos piadosamente a Él en el acto que atormenta a las almas del Purgatorio, y que intentamos librarlas del azote pesado de su justicia.
Mas ¡ay!, ¡cuánto le duele ver que nos hacemos sordos a su solicitud, e inflexibles a las penas acerbísimas de sus esposas!
«No hay, repite con inconsolables gemidos por boca de su Profeta, no hay un hombre piadoso que se oponga a mis iras y calme los furores de mi justicia».
¿Y podremos nosotros comprender estos afectos del Señor y permanecer aun en completa inacción sin procurar socorrer al Purgatorio?
Ea, pues, ¡oh cristianos! concluye Job; secundemos las piadosas miras de nuestro celestial Soberano, y hagamos todos los esfuerzos posibles para consolarle en sus queridas hijas.
¿Qué medianero hay más poderoso? ¿Qué intercesor más eficaz?
Nosotros, que por necesidad debemos postrarnos tan a menudo ante el divino acatamiento para implorar de su misericordia millares de gracias, ¿no le otorgaremos hoy esta que nos pide?
¡Ah, no! Portémonos como si fuésemos dioses con Dios mismo, y empeñemos su bondad con una generosa multitud de sufragios, de modo que no solamente no haya de negarnos sus gracias en lo venidero, sino que, como lo hizo con el santo Job cuando rogaba por sus amigos, nos las duplique y acreciente sin otra medida que su grande misericordia.
ORACIÓN
Son para nosotros, ¡oh gran Dios!, muy dignas de veneración vuestras voces; son dignísimos de ser llenados vuestros deseos.
Deseáis Vos y nos pedís que rescatemos del Purgatorio a las almas para que vuelen a ser dichosas en vuestro seno.
Héņos, Señor, prontos a empeñarnos de todos modos en corresponder al anhelo de vuestro corazón.
Nada dejaremos por hacer de cuanto pueda contribuir a tan santo objeto; y cuando veais, ¡oh Señor!, que nuestra caridad va entibiándose, os pedimos que con vuestra gracia nos enfervoriceis de nuevo para que podamos llegar finalmente a romper aquellas abrasadas cadenas, y a conseguir con nuestros sufragios, para vuestras hijas, la eterna felicidad.
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