Septiembre, mes que en la Iglesia dedicamos a la Biblia – Día 14
Uno de los géneros literarios más conocidos del Antiguo Testamento es el «histórico», hasta el punto que todo el Antiguo Testamento se concibió como una «Historia Sagrada».
De hecho las dos principales obras literarias articuladas de la Biblia – y no meras recopilaciones de obras independientes- son dos obras «históricas»: la «deuteronómica» (Josué, Jueces, Samuel y Reyes) y la del «Cronista» (Crónicas, Esdras y Nehemías).
También la obra literaria de mayor importancia y la más antigua o sea los textos de la tradición llamada «yahvista» -porque en ella se designa a Dios con el nombre de «Yahvé»- es una obra «histórica».
Eso no quiere decir que todo lo que se narra en ella sea «histórico». Al contrario, contiene los famosos relatos de la creación del mundo y del hombre, que sirven de introducción a la historia auténtica a la manera de «mitos» que expresan lo que nunca fue y siempre es».
Más aún, cuando se habla del género «histórico» de estas obras literarias de la Biblia, no se debe entender dicha expresión en el sentido que se le da actualmente.
Lo que pretenden esos textos no es simplemente relatar las cosas que sucedieron en otra época.
Las exposiciones históricas más importantes de la Biblia tienen otra finalidad. Son escritos aleccionadores y programáticos, que muestran más bien lo que hay que hacer «ahora».
El pasado se narra para que pueda pensarse en los errores que hay que evitar y en las medidas que se deben adoptar: es una «historia profética».
Desde luego a través de esta gran obra histórica del Antiguo Testamento nos han llegado muchas noticias del pasado, pero el propósito del autor no era tanto este sino más bien ofrecer un «programa» de gobierno y de reformas.
Sin embargo, no todos los escritos «históricos» del Antiguo Testamento tienen este objetivo «programático».
Otros intentan mostrar cómo se ha llegado a una determinada institución o situación discutible del presente por ejemplo, cómo Salomón llegó a ser el legítimo sucesor de David. Este tipo de escritos están mucho más cerca del estilo actual de los libros de historia y sirven de fuentes muy valiosas para el historiador.
De todas maneras, la Biblia contiene y es una «historia sagrada» en el sentido más profundo de la palabra: es la «Historia de la Salvación», la historia de la fidelidad de Dios más allá de las infidelidades de los hombres.
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