Agosto dedicado al Inmaculado Corazón de María – Día 26
La grandeza de la Virgen María es ser Madre de Dios, privilegio de nuestra Señora unido indisolublemente a la confesión de Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.
Ya desde los tiempos apostólicos hubo herejes que pretendieron arrebatar a María el más esplendoroso de sus títulos. Pero la verdadera disputa surge con el obispo Nestorio que niega la unión hipostática del Verbo Eterno con la humanidad del Salvador. Como consecuencia afirman que la Santísima Virgen es Madre de Cristo hombre, pero no Madre de Dios.
El concilio de Éfeso confesará solemnemente esta verdad:
"Si alguno no confiesa que Dios es según verdad el Emmanuel, y que por esto, la Santa Virgen es Madre de Dios pues dio a luz carnalmente al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema."
El protestantismo de Lutero y Calvino aborrecerán también el título de Madre de Dios y preferirán llamarla Madre del Señor.
El título de la Virgen como Madre de Dios - afirma el Papa Benedicto XVI- “expresa muy bien la misión de María en la historia de la salvación. Todos los demás títulos atribuidos a la Virgen se fundamentan en su vocación de Madre del Redentor, la criatura humana elegida por Dios para realizar el plan de la salvación, centrado en el gran misterio de la encarnación del Verbo divino.”
Su Maternidad divina se extiende a todos los hermanos de su hijo. Ella es también Madre de su Cuerpo místico, que es la Iglesia.
Primeramente, Madre de todos los bautizados que somos miembros de Cristo. Y, en segundo lugar, la Virgen es Madre de toda la humanidad, porque su Hijo, al hacerse hombre, se hermanó con todos los hombres y a todos redimió con su muerte en la cruz.
Nuestra Señora ejerce su maternidad espiritual sobre todos los hombres a través de su intercesión ante su Hijo.
Tener a la Virgen María como Madre es un don grandioso.
Acoger a María como Madre, -en el lenguaje de san Luis María Grignon de Montfort- es como Jesús, hacerse su hijo y esclavo de amor poniendo toda nuestra vida, todo cuanto somos y tenemos en sus manos.
¿Cuáles son las blasfemias contra la maternidad divina y espiritual de la Virgen?
Blasfeman contra la Maternidad divina de María aquellos que le niegan este título expresamente, pero también aquellos que no la tratan con la dignidad que tiene. Muchos cristianos tienen miedo o son escépticos o críticos a venerar a la Virgen. No quieren restarle gloria y adoración a Dios, pero no comprenden que Dios ama a la Virgen mucho más de lo que nosotros podremos amarla.
También son blasfemias contra la maternidad divina de María todos los pecados contra la vocación de la mujer, a quién Dios ha constituido desde la creación, como madre, fuente de vida. La ideología de género, la falsa liberación de la mujer, todo el pensamiento utilitarista y la cultura de la muerte del aborto y de la anticoncepción, ofenden a Dios y hieren el corazón inmaculado de María. Comprendamos también como blasfemias los pecados contra el matrimonio, la unidad familiar y el hogar.
Son blasfemias contra la maternidad espiritual de la Virgen: toda forma de violencia y de desprecio y toda falta de caridad contra el prójimo.
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¡Inmaculado Corazón de María,
te consagramos nuestro día,
pues para poder seguir a Jesús,
necesitamos tu amparo y tu guía!
- Meditaciones tomadas del libro: MES DE AGOSTO EN HONOR AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA”. IGLESIA DEL SALVADOR DE TOLEDO –ESPAÑA. [Toledo, el 26 de julio dde 2022. Fiesta de Santa Ana, madre de la Santísima Virgen.]
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