Agosto dedicado al Inmaculado Corazón de María – Día 30
La Virgen pide que se reparare su corazón, prometiendo, a quienes realicen los cinco primeros sábados de mes, “asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas”.
Si alguien se acercase a nosotros y nos preguntase como aquel joven del evangelio: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?” Podríamos responderle con toda certeza: haz los cinco primeros sábados de mes, porque la Virgen nos ha dado su palabra de que nos dará las gracias necesarias para salvarnos.
Consideremos qué gracias necesitaremos en el momento de la muerte.
En primer lugar, para tener una buena muerte hemos de morir con una fe viva. Es por la fe en Jesucristo por la que obtendremos la salvación. Sin ella nadie puede salvarse.
En segundo lugar, necesitamos el arrepentimiento del pecado y el deseo de unión con Dios. No hay mejor forma de morir que recibiendo los sacramentos: confesión de nuestros pecados, unción de los enfermos y santa comunión.
En tercer lugar, la buena muerte es fruto de vivir confiados en la infinita misericordia de Dios y en los méritos de la Pasión de Cristo que murió y se entregó por mí, nunca en mis obras.
¡No nos salvamos por nuestras obras, sino por la pura misericordia de Dios!
Para bien morir, necesitamos la virtud de la paciencia y la conformidad con la voluntad de Dios, aceptando todo lo que Él permita en ese momento.
Para tener buena muerte hemos de tener magnanimidad de corazón, perdonando a todos los que nos hayan ofendido, como también pidiendo perdón a aquellos que nosotros ofendimos, rogando por ellos y por su salvación.
La buena muerte ha de ir acompañada del agradecimiento a Dios por todos los beneficios que nos ha dispensado en esta vida, tanto materiales como espirituales, así como agradecimiento a todas las personas que nos han amado y cuidado.
No es pequeña la empresa de morir bien, sobre todo, porque es la última oportunidad de Satanás para arrebatarnos de las manos de Dios.
Por ello, necesitamos contar con el auxilio de Dios, de la Virgen Santísima, de San José, del Santo Ángel custodio y de los santos.
Hemos de considerar que el negocio más importante de nuestras vidas es prepararnos para una buena muerte.
Y, ¿qué necesitamos en el momento de morir?
Materialmente nada. Solamente el amor de los nuestros. ¡Qué muerte tan buena y dulce el poder morir con un sacerdote a nuestro lado, rodeado de nuestra familia y amigos, contando con su oración, sus sacrificios y su afecto!
La Virgen nos promete asistirnos en hora tan importante. Hagamos los primeros sábados de mes.
***
¡Inmaculado Corazón de María,
te consagramos nuestro día,
pues para poder seguir a Jesús,
necesitamos tu amparo y tu guía!
- Meditaciones tomadas del libro: MES DE AGOSTO EN HONOR AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA”. IGLESIA DEL SALVADOR DE TOLEDO –ESPAÑA. [Toledo, el 26 de julio dde 2022. Fiesta de Santa Ana, madre de la Santísima Virgen.]
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