DICIEMBRE MES DE LA INMACULADA – DIA 5

HONRAR LA PRESENTACION DE MARIA EN EL TEMPLO
Tres años habían pasado desde el día del nacimiento de María, cuando el prematuro desarrollo de su razón advirtió a sus ancianos padres que había llegado la hora de la separación, dando cumplimiento al voto que habían hecho de consagrar a Dios el primer fruto de su matrimonio.
Con el corazón partido de dolor, los dos ancianos esposos toman el camino de Jerusalén para depositar en el templo el tesoro más caro de sus corazones, el consuelo de su senectud y el único embeleso de su hogar tanto tiempo solitario. Entre tanto, María deja alegre y contenta aquel hogar querido, porque si amaba tiernamente a sus padres, suspiraba por vivir en la amable soledad del santuario para consagrarse enteramente a Dios.
Largos parecíanle los caminos que veía serpentear al través de las montañas y llanuras; y cuando, desde el fondo del valle, vio levantarse las altas cúpulas que protegían la santa casa del Señor, su tierno corazón se derretía en santos afectos y palpitaba de la más dulce alegría.
¡A dónde vas, tierna niña, cuando apenas despunta en Ti la alborada de la vida! ¿Por qué tan presto abandonas el techo de tu hogar y el regazo y las caricias de tu madre? ¿Por qué te desprendes de sus brazos amorosos para entregarte en manos de personas desconocidas, en las cuales no hallaras la ternura maternal?
«El pájaro encuentra abrigo, responde, y la tórtola su nido: y yo, tímida paloma, voy a buscar mi nido en los altares del Señor.» Oigo una voz que me había al corazón y me dice: «Hija mía, olvídate de tu pueblo y de la casa de tu padre, y el Rey se complacerá en tu belleza.» «Yo voy en seguimiento de mi Amado, porque El es todo para mí y yo soy toda para El. »
Colocada la hermosa niña a la sombra del santuario del Dios de Israel, sólo se ocupó en prepararse para desempeñar la más augusta misión que se haya jamás confiado a humana criatura. Puesta en manos del Sumo Sacerdote, subió en compañía de los ángeles los escalones del santuario y se incorporó entre las vírgenes de Sión. Tierna planta que crecerá al abrigo del mundo, fecundada por el calor de la caridad divina y regada por mano de los ángeles.
Así es como en la edad más tierna, María consuma su sacrificio, buscando en el santuario un asilo para su inocencia. Allí, desprendida de todos los afectos del mundo y profundamente recogida dentro de si misma, se absorbe en la contemplación de las verdades eternas y se embriaga en los purísimos goces del amor divino.
Desde el principio del mundo, jamás se había hecho al cielo una oblación más pura, dice San Andrés de Creta; ninguna criatura había ejecutado hasta entonces un acto de religión más agradable a Dios. El Sumo Sacerdote acepta, en nombre de Yahvé, esa oblación de inestimable valor, coloca a la sombra del tabernáculo ese precioso depósito y concluye bendiciendo a los dos ancianos y felices esposos.
Hay en el mundo ciertas almas privilegiadas a quienes Dios llama al retiro y a la amable soledad del claustro. Con mano amorosa las escoge entre la multitud, las segrega del mundo y las conduce al silencio de su templo y de su casa para hacerlas sus esposas.
Esas almas comienzan a sentir entonces un vacío que no pueden llenar los más dulces placeres y los más agradables pasatiempos de la vida. Atraídas por un encanto irresistible, suspiran por la soledad y buscan en su seno la paz y el gozo que les niega el mundo, y como tímidas palomas, atraídas por el perfume del incienso, forman su nido en las grietas del santuario. Allí, Dios les había al corazón, y al escuchar esa voz dulcísima, cortan todos los lazos que las ligan al mundo y se entregan enteramente a su servicio.
¡Almas afortunadas! vosotras sois verdaderamente las hijas predilectas del mejor de los padres. Si él os llama, es porque quiere regalaros con todos los tesoros de su bondad, porque quiere vivir con vosotras en toda la dulce intimidad en que viven les esposos. Considerad que esta gracia de inestimable precio no la otorga a todas, y ya que vosotras habéis tenido la suerte de fijar la elección divina sin merecimiento alguno de vuestra parte, no tardéis un instante en acudir a su llamado. ¡Qué ingrata seríais si, despreciando la vocación de Dios, rehusaseis enrolaros entre las santas vírgenes que viven a la sombra del santuario!
A ejemplo de María, id presto a donde os llama el esposo de las almas. María no tarda, no delibera, no deja para después su resolución; oye y marcha.
Dios quiere victimas sin mancha, y no los restos despreciables, sino las primicias del corazón. No querer pertenecer a Dios desde temprano, es exponerse a no pertenecerle nunca, porque esa dilación voluntaria y culpable lo aleja de las almas y acaso para no volver a tocar la puerta que no se abrió a sus primeros toques.
JACULATORIA
Ven a mi amparo, Señora,
que un pecador os implora.
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Las reflexiones de este mes estan tomadas del libro:
MES DE MARÍA INMACULADA POR EL PRESBÍTERO
RODOLFO VERGARA ANTÚNEZ
CON APROBACIÓN DE LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA
IMPRIMATUR
Barcelona 25 de enero de 1906
El Vicario General. Provisor
JOSÉ PALMAROLA
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