Julio dedicado a la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo – Día 21
Entre las almas más abrasadas en el amor de Jesucristo resplandece el gran mártir San Ignacio que era muy devoto de la Sangre preciosísima del Redentor y que, en sus cartas a los habitantes de Smirna, de Éfeso y de la Magnesia, hizo muchas veces mención de la Sangre de Jesús y de su Pasión.
Ardiendo en deseos de derramar su sangre por Jesucristo hubiera excitado a las fieras para devorarle, si hubiesen rehusado despedazar su cuerpo, y suspirando después de los más crueles tormentos por imitar a su Redentor que había derramado su Sangre sobre una Cruz, decía frecuentemente:
«Fuego, cruz, fieras, quebrantamiento de huesos, separación de miembros, molimiento de todo mi cuerpo, los tormentos todos del demonio, caigan sobre mí con tal de que yo pueda poseer a Jesucristo.»
Y cuando condenado ya a muerte, oía los rugidos de los leones dispuestos para devorarle, repetía en los trasportes de su alegría:
«Soy trigo de Jesucristo, muélanme las fieras entre sus dientes para que venga a ser un pan puro.»
Y con una voz de alegría, dio voluntariamente su sangre y su vida por el Señor.
JACULATORIA
Eterno Padre, os ofrezco la Sangre de Jesucristo en rescate de mis pecados y por las necesidades de la Iglesia.
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