Julio dedicado a la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo – Día 28
Muy joven aún, Santa Lugarda vivía en un monasterio de benedictinas cuando nuestro común enemigo la tendió por medio de algunos jóvenes un lazo peligroso.
Habiéndose acercado al monasterio tuvieron con ella tales conversaciones que su corazón poco firme aun en la virtud, se dejó ganar de un sentimiento de afecto a quien le había expresado su ternura y amor; pero un día, que se entretenía en tan peligrosos pensamientos, se sintió sorprendida de un secreto horror, y vio se le aparecía Cristo que, mostrándole su costado abierto, le mandó arrojar las seducciones de aquel loco amor y volver su corazón hacia su llaga.
«Aquí, la dijo, hallarás las verdaderas delicias que te colmaran de consolaciones infinitas.»
Estas palabras obraron en Lutgarda un cambio total, y desde entonces, dándose toda a su Señor, no buscó en adelante otra cosa que amarle y agradarle.
JACULATORIA
Eterno Padre, os ofrezco la Sangre de Jesucristo en rescate de mis pecados y por las necesidades de la Iglesia.
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