¡Consideremos cómo el Santo Nombre de Jesús fue primordial en la conversión de Saulo! “¿Quién eres, Señor?”, preguntó, y Jesús respondió con su nombre.
San Pablo era de una manera muy especial, el predicador y el doctor del Santo Nombre.
Nuestro Señor se le apareció en el camino de Damasco y le convirtió, haciendo de él el apóstol de los gentiles y dándole su gloriosa misión, que era predicar y dar a conocer su Santo Nombre a príncipes y reyes, a judíos y gentiles, a todas las gentes y naciones.
En el camino a Damasco, una luz del cielo descendió cuando Saulo cayó al suelo y escuchó una voz que le preguntaba por qué lo perseguía. Saulo preguntó a quién pertenecía la voz, “y la voz le respondió: '¡Yo soy Jesús, a quien tú persigues!'” (Hechos 9:5). ¡El Santo Nombre de Jesús fue primordial en la conversión de Saulo!
San Pablo, lleno con ardiente amor por Nuestro Señor, empezó su gran misión,-desarraigando el paganismo, derribando falsos ídolos, confundiendo a filósofos de Grecia y Roma, temiendo a enemigos y conquistando todas las dificultades- todo en el Nombre de Jesús.
Santo Tomas de Aquino dice de él: “San Pablo llevó el Nombre de Jesús en su frente porque se gloriaba en proclamarlo a todos los hombres. Él lo llevaba en sus labios porque adoraba invocarlo, en sus manos ya que le encantaba escribirlo en sus Epístolas; en su corazón, porque su corazón ardía por su amor. Él mismo nos dice: “Yo no vivo, es Cristo quien vive en mí”.
San Pablo nos dice en su propia y bella manera las dos grandes verdades acerca del Nombre de Jesús.
Primero que todo, nos dice el infinito poder de Su Nombre. “Al Nombre de Jesús doblan las rodillas todas las criaturas del cielo, la tierra e infierno”.
Todas las veces que decimos “Jesús”, damos una infinita alegría a Dios, a todo el Cielo, a la Bendita Madre de Dios y los Ángeles y a los Santos.
En segundo lugar, nos dice cómo usarlo.
“Lo que sea que hagas, cuando hablas o trabajas, hazlo todo en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo”, y añade: si comes o bebes o cualquier cosa que hagas, hazlo todo en el Nombre de Jesús”.
Si seguimos este mismo consejo del Apóstol, nosotros también podemos alcanzar un grado muy alto de santidad.
¿Cómo lo haremos todo en Nombre de Jesús?
Acostumbrándonos, como ya hemos dicho, a repetir el Nombre de Jesús frecuentemente durante el día. Esto no presenta dificultad, solamente se necesita buena voluntad.
Siguiendo el ejemplo del gran San Pablo, Apóstol de los gentiles, difundamos el Evangelio, ya sea con palabras o con el ejemplo. Y lo más importante, honremos el Santo Nombre de Jesús con nuestra manera de vivir, dando toda la gloria a Dios.
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