NOVIEMBRE DEDICADO A LAS ALMAS DEL PURGATORIO DÍA 13

Duro es el padecer de este mundo, mas no le faltan consuelos que le hacen llevadero y aun apetecible.
Espántase la naturaleza a la sola idea de sufrir, mas la consideración de perfeccionarse uno a sí mismo en medio de los trabajos y de recibir un eterno galardón en el Cielo hacía rebosar de júbilo a los mártires a la vista de los potros y cuchillos, y poblaba los desiertos de fervorosísimos penitentes.
Mas el padecer del Purgatorio es un padecer que no admite tales consuelos: es una pura satisfacción de deuda, y podría llamarse un puro padecer.
¿Pues cuán digno no será de nuestra compasión y nuestro socorro?
La virtud no nace con nosotros, mas se adquiere; la naturaleza nos da la disposición para las virtudes, Dios nos da los hábitos de ellas: la gracia nos comunica estímulos y auxilios: mas con todo, la virtud no se adquiere sino con los actos, y a proporción de lo que aquellos se multipliquen crecerá en nosotros la virtud y perfección.
El empeño del cristiano consiste en perfeccionarse lo más que pueda coa la práctica de las virtudes.
Pero este ejercicio no dura sino cuando dura la vida; en la muerte con la pérdida de la libertad se pone el sello a todo aumento de merecimientos, y no se pasa adelante de donde se llegó en vida.
Sea mucho o poco lo que se haya padecido: háyanse practicado o no actos virtuosos, no se gana mayor mérito en la otra vida. Sean pues enhorabuena desapiadadas las penas que sufren las almas del Purgatorio, sean cuanto se quiera heroicos sus sentimientos, su virtud no crece, sus méritos no se aumentan.
Apresurémonos, pues, oh cristianos, a acumularle en vida, no dejemos pasar un solo día sin dar un paso más en la carrera de la virtud.
A proporción del progreso en la virtud y de los méritos que se adquieren en la vida se sube más alto en el Cielo, y se obtienen mayores grados de gloria.
Quien hubiere ganado más en la tierra brillará allí con más bellos resplandores; y niuguna obra, ninguna palabra, ningún deseo quedará sin la correspondiente merced por parte de Dios, como Él mismo ha prometido.
Las almas del Purgatorio, no creciendo en méritos, no pueden tampoco prepararse un grado de gloria más subido del que las pertenece.
Su estado es fijo; el puesto que han de ocupar está ya destinado. Esta reflexión, que hace los padecimientos mucho más atroces, muévanos a lo menos a ser más cautos y solícitos para procurarnos un lugar más distinguido en el Cielo.
ORACIÓN
Señor, dadnos Vos gracia y tiempo para acumular en esta vida copiosos frutos de buenas obras, para obtener junto a Vos un puesto mas elevado en vuestra gloria; pero al mismo tiempo dignaos abrir las puertas a vuestras queridas esposas del Purgatorio para recibirlas en aquellos tronos que se ganaron en vida con sus obras.
Quitad todo lo que sirva de obstáculo a su libertad, perdonad toda deuda que quede aún por expiar entre las llamas, y haced que después de tantas pena sufridas en tan dura cárcel, lleguen a recibir de vuestras divinas manos aquella corona de justicia y de gloria que en la celestial Sion habéis preparado para su eterna recompensa.
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