NOVIEMBRE DEDICADO A LAS ALMAS DEL PURGATORIO DÍA 20

Publicado por Equipo Fatimazo Por la Paz el

La obra de la Redención fue la obra digna de un Dios, y el imitar tamaña obra es casi lo mismo que asemejarse a la Divinidad.

Alegrémonos, pues, ¡oh cristianos!, porque todos podemos ser imitadores de una obra tan santa, enviando al Purgatorio sufragios en abundancia.

Pues Jesucristo con la Redención libró al mundo del reato de la culpa, y nosotros con los sufragios borramos también en aquellas almas las manchas de sus defectos; Jesucristo salvó al hombre de la deuda de la pena eterna, y nosotros con los sufragios satisfacemos también por lo restante de la pena de que son deudoras aquellas almas con la divina justicia; Jesucristo con sus gracias hizo recobrar al hombre la amistad de Dios y entrar de nuevo en el derecho a la eterna felicidad, y nosotros con los sufragios enviamos también aquellas almas al seno de Dios, y las ponemos en la plena posesión del bienhadado reino.

Podemos, pues, todos hacernos redentores del Purgatorio y dignos imitadores de Jesucristo. Y ¿quién no querrá participar de tanta gloria?

Jesucristo bajó del Cielo para redimir al mundo, se vistió de nuestra frágil humanidad, y desembolsó para nuestro rescate su Sangre preciosísima.

No se exige tanto de nosotros para ser redentores del Purgatorio.

No es necesario que sacrifiquemos nuestra vida, que nos privemos de todos nuestros bienes.

Si los sacrificios que se hacen en el mundo, si todo lo que se emplea en juegos, en vanidades, en pecados, lo aplicásemos en sufragio de las almas santas, ¡oh, cuánta parte de su deuda quedaria satisfecha!

Si, como hacían los primeros cristianos, ofreciésemos cuanto padeció Jesucristo por la redención del mundo para rescate del Purgatorio, ¡oh, cuántas almas libraríamos de aquel piélago de miserias, y enviaríamos a endiosarse en el Cielo con el infinito valor de aquella Sangre preciosísima!

Valgámonos, pues, para bien nuestro de los medios que Dios nos da en el orden de la naturaleza, de los que Jesucristo nos suministra en el orden de la gracia, y podremos enviar del Purgatorio al Cielo un infinito número de almas.

Mas qué, ¿por ventura con los sufragios se redimen únicamente las almas del Purgatorio?

Elevemos nuestro pensamiento, ¡oh cristianos!, y conoceremos que Jesucristo no abandona a las infelices en lo profundo de aquella cárcel, sino que en su compañía padece también Él entre las llamas como Redentor en sus redimidas, como padre en sus hijas, como amante en sus esposas, como cabeza en sus miembros.

Y este Redentor afanado, este padre afligido; esta dolorida cabeza, este amante impaciente se dirige hácia nosotros desde aquella lóbrega cárcel para que nos movamos a piedad de Él no menos que de aquellas almas, y oigamos cómo nos repite con las más lastimosas voces lo que en vida mortal decia de sus pobres, a saber: que cuanto hagamos en favor de aquellas pobres almas Él lo acepta como hecho a Sí mismo, como si Él fuese el paciente que por nuestros sufragios debiese salir libre de aquel martirio.

¿Puede acaso apetecerse motivo más poderoso, o de mayor peso que éste, para determinarnos a una obra de tanta piedad?

Como descendió, pues, un tiempo el Salvador al Purgatorio para dar la libertad a las almas que en él penaban, descendamos también al presente nosotros con abundantes sufragios para granjearsela a Él no menos que a ellas.

ORACIÓN

¡Oh Señor nuestro Jesucristo!

Nosotros vemos muy bien que la causa del Purgatorio no es solamente propia de aquellas almas, sino también de Vos, que padecéis en cierto modo en su compañía.

Ya Vos nos enseñásteis con vuestra redención cuánto merecen las almas, y nuestras obligaciones para con Vos nos enseñan cuánto merecéis Vos mismo.

Por Vos, pues, y por ellas queremos hacer todo esfuerzo posible para redimiros juntamente con ellas de las atrocísimas penas del Purgatorio.

Tomaremos de Vos el ejemplo que nos disteis para que le imitásemos; pero mientras nosotros le imitáremos, haced que seamos vuestros verdaderos discípulos y secuaces, no solo por la intención, sino también por el efecto, procurando al Purgatorio completa redención con una no interrumpida serie de sufragios, hechos eficaces por el mérito de vuestra preciosísima Sangre.


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