Septiembre, mes que en la Iglesia dedicamos a la Biblia – Día 27
- Con fe y con amor.
Como si estuvieras oyendo a Dios mismo, o leyendo una carta que Él te ha mandado. El Concilio Vaticano II dice estas bellas palabras:
“En la Biblia el Padre sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye el sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual. Por eso se aplican a la Biblia de modo especial aquellas palabras: la Palabra de Dios es viva y enérgica (Hb 4, 12); puede edificar y dar la herencia a todos los consagrados” (Hech 20, 32) (Concilio Vaticano II, Dei Verbum 21).
Ten la seguridad de que la Palabra de Dios bien recibida, te irá limpiando por dentro y te podrá salvar. Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes están limpios por la Palabra que han oído” (Jn 15,3). Y el apóstol Santiago: “Reciban la Palabra de Dios plantada en ustedes. Ella es poderosa para salvar sus almas” (1, 21).
- Con respeto y veneración.
Los personajes del Antiguo Testamento oían la divina Palabra descalzos y rostro en tierra (cf. Éxodo 3, 5-6). Si el valor de un cuadro o de un libro se aprecia por la firma de su autor, ¿qué estimación no ha de tener el cristiano de la Biblia, sabiendo que su autor es el mismo Dios?
Los primeros cristianos tenían una gran veneración a la Biblia. Por eso, copiaban capítulos enteros de su puño y letra, y los llevaban consigo, y, al morir, los familiares los depositaban sobre su pecho.
En el Concilio Vaticano II se entronizaba la Biblia solemnemente todos los días, antes de dar comienzo a las sesiones.
En muchas parroquias y en hogares cristianos la Biblia está entronizada en un lugar importante y destacado. Y antes de salir de casa, la besan. Y al volver a casa, vuelven a besarla.
- Con espíritu de humildad
Hay que acercarse a la Palabra de Dios con humildad y sumisión a la Iglesia, pues fue ella la que recibió este sagrado depósito. “Yo te glorifico, Padre, porque has ocultado estas cosas a sabios y grandes y se las has revelado a los sencillos” (Mt 11, 25). Y es la Iglesia la que nos interpreta la Biblia, con la iluminación del Espíritu Santo, que guía a la Iglesia.
- Con espíritu de oración
La Biblia hay que leerla de rodillas. ¡Cuántos libros de la Biblia se prestan para orar y meditar, por ejemplo, el libro de los Salmos! El Concilio Vaticano II nos dice: “Recuerden que a la lectura de la Biblia deben acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus Palabras” (Dei Verbum, 25).
Y en otro lugar dice: “La necesidad de que los cristianos tengan pleno acceso a las Sagradas Escrituras” (Dei Verbum 22). E insiste en la necesidad de que los cristianos encuentren en la Biblia la fuente principal de su oración y de su vida religiosa (cf. Dei Verbum n. 25).
0 Comentarios