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Día 10
Al pie de la cruz
Con María

Una de las últimas palabras que Jesús dijo en la cruz, fueron estas: “Aquí tienes a tu madre”.

Con estas palabras nos dio su mamá a nosotros, para que sea también nuestra mamá. Jesús estaba sufriendo mucho. Sus manos y pies estaban clavados en la cruz. Su cuerpo tenía mucha sangre que salía de las tantas heridas que le habían hecho. Sufría mucho por nosotros, por nuestros pecados.

Aún así, Él no pensaba en sí mismo. Jesús pensaba en nosotros, y nos dio el mejor regalo de todos: su Madre.

¿Y qué hacía la Virgen mientras Jesús moría? Ella estaba al pie de la cruz, muy cerquita de Jesús. No hablaba ni se quejaba. Ella sufría mucho, pero en silencio. No daba pataletas ni ponía cara larga. Ella sabía que Jesús moría por todos nosotros, por eso aceptaba tan grande sufrimiento.

Pero esto no era lo único. La Virgen también sufría con Jesús y quería hacer lo mismo que Jesús, salvarnos junto con Él. Unía sus sufrimientos y penas a los de Jesús, de tal modo, que los dos sufrían lo mismo. Eran como un solo corazón y una sola alma. ¡Tanto se amaban, que uno sufría con el otro!

Nosotros tenemos que hacer lo mismo. Tenemos que imitar a la Virgen en todo, como ella hizo con Jesús. Ella es el mejor modelo. Por eso, cada vez que hacemos algo, tenemos que preguntarnos a nosotros mismos: “¿Cómo lo haría la Virgen? ”. ¿Cómo ayudaría la Virgen en casa? ¿Cómo jugaría? ¿Cómo haría los deberes? ¿Cómo rezaría la Virgen?

Acuérdate, todo lo que hagas tiene que ser hecho tal como lo haría la Virgen. Así serás un buen hijo y podrás hacer tu consagración del mejor modo posible.

Cuando obramos así, decimos que todo lo hacemos con María. ¿Qué significa, entonces, hacerlo todo con María? Significa imitarla en todo.

El propósito de hoy será esforzarte en parecerte a la Virgen en todo lo que hagas. Piensa cómo sería la Virgen a tu edad e imítala en todo. Puedes llevar contigo una estampita de la Virgen durante este día para no olvidarte del propósito.

Para recordar lo que has aprendido hoy, busca unos palitos y arma una cruz. Luego buscarás una imagen de la Virgen y la pondrás al pie de esa cruz.

Repite muchas veces: soy todo tuyo María.

Oración para todos los días:

Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

San Luis María, ruega por nosotros.

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