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Día 9
Las Bodas de Caná
Por María

Ya falta muy poco para consagrarte enteramente a la Virgen. Hay que hacer un último esfuerzo.

Un día, Jesús y la Virgen fueron invitados al casamiento de unos amigos. Era una fiesta muy alegre, con cantos y bailes. Pero, de repente, se dieron cuenta de que el vino se había acabado y que los invitados ya no tenían nada para beber. ¡Qué mala y triste noticia! La fiesta se acabaría y todos se tendrían que ir a sus casas tristes.

La Virgen se dio cuenta muy rápido del problema y quiso poner remedio. Llamó, entonces, a Jesús, y le dijo: “No tienen vino”. Con estas palabras, la Virgen le estaba pidiendo a Jesús que hiciera un milagro y pusiese solución al problema. La Virgen, entonces, llamó a los sirvientes y les dijo que hicieran todo lo que Jesús les dijera. ¿Y qué dijo Jesús? Dijo que pusieran agua en unas tinajas muy grandes y que las llevaran a los novios. Al sacar el agua de las tinajas, los sirvientes se dieron cuenta de que ya no era agua, sino vino. ¡Milagro! El agua se había transformado en vino. Los novios, los familiares y los invitados estaban muy felices y admirados.

La historia es muy importante, porque nos enseña que para hacer buenas obras tenemos que obedecer a María, o sea, tenemos que hacer todo por María. Como la Virgen es nuestra mamá, tenemos que hacer todo como si ella misma nos lo estuviese pidiendo, porque en verdad es así.

Si jugamos, que sea porque ella nos lo pide. Si rezamos o vamos a la escuela, que sea porque ella así lo quiere. Hacer todo por María, como sus mejores hijos y esclavos, como los sirvientes de las Bodas de Caná.

El propósito de hoy será decirle a la Virgen antes y después de cada cosa que hagas, que lo haces por ella. Luego, escribirás en un papel la lista de todas las cosas que haces durante el día, y se lo entregarás a la Virgen diciéndole con tus palabras que todo aquello lo haces por ella. Y le dirás también: soy todo tuyo María.

Y ahora la oración:

Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

San Luis María, ruega por nosotros.

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