Contemplamos a María, en la víspera de la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora, en el cuarto misterio de gozo del Santo Rosario.
Vemos a María Purísima someterse a una ley de la que estaba exenta.
Nos miramos a nosotros mismos y vemos tantas manchas, ingratitudes, omisiones en el amor a Dios y al hermano.
¡Tú y yo sí que necesitamos purificación!
Expiar y, por encima de la expiación, el Amor.
Un amor que abrace nuestra alma, y fuego que encienda con llamas divinas nuestro corazón.
Dispongámonos hoy para poder presentar nuestro amor a Dios a través de Santa María.
fuente: www.ultimahora.com
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