En 1683, un ejército de más de 100.000 turcos invadió Austria, sitiando Viena. Los turcos pretendían apoderarse de Viena, para tener acceso a toda Europa.

Desafortunadamente para las naciones católicas, no toda Europa se unió contra el invasor. Los protestantes mantenían fuertes disputas con sus vecinos católicos. El imperio otomano había estado apoyando a gobiernos protestantes para debilitar a la cristiandad.

Ante este panorama, Viena estaba a punto de rendirse. El pueblo estaba temeroso y desesperado. Los pueblos católicos de la época ofrecieron oraciones a la Reina del Cielo para que Ella intercediera y evitar este desastre.

El rey católico de Polonia, Juan Sobieski, con un ejército aparentemente insuficiente para la contienda, marchó contra el enemigo, no había nadie más que pudiera acudir en ayuda de Viena.

Cuando el rey divisó el campamento turco antes de comenzar la batalla, ordenó celebrar una Santa Misa con todo el ejército, y le pidió al celebrante que bendiga a la tropa.

Lleno de confianza en la Santísima Virgen, Nuestra Señora de las Victorias, el rey Juan Sobieski condujo a sus húsares alados en batalla contra el enemigo como un ejército de ángeles vengadores, lo que alteró a las formaciones enemigas y los hizo romper sus líneas.

El enemigo, a pesar de ser superior en número y recursos, dio media vuelta y huyó. El regocijo de los cristianos fue grande cuando se esparció la noticia, toda la cristiandad se unió en oración de gratitud a Nuestra Señora de las Victorias por su protección.

El Papa Inocencio XI puso toda su confianza y gratitud en la Santísima Virgen, instituyendo en todo el mundo la fiesta de: El Santo Nombre de María.

FUENTE: www.devotiontoourlady.com

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