160. 🔸 La devoción a la Virgen nos tiene que acercar a la santidad

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Santa María, Inmaculada desde su origen; ningún honor es más deseado por María, ninguno más agradable que el que nosotros conozcamos bien a Jesús y le amemos.
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Es auténtica la piedad hacia la Madre de Dios cuando nace del alma; y la actitud que debemos profesar es a la obediencia rendida a los mandamientos del Hijo divino de María. Pues si sólo es amor verdadero el que es capaz de unir las voluntades, es conveniente que nuestra voluntad y la de su santísima Madre se unan en el servicio a Cristo Señor. Lo que la Virgen prudentísima decía a los siervos en las bodas de Caná, eso mismo nos dice a nosotros “Haced lo que El os diga “ y lo que Cristo dice es “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”.
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Por eso, cada uno debe estar persuadido de que, si la piedad que declara hacia la Santísima Virgen no le aparta del pecado o no le estimula a la decisión de enmendar las malas costumbres, su piedad es artificial y falsa, por cuanto carece de su fruto propio y genuino.
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Fuente: Pio X Ad Diem Illud Laetissimum
#Encíclica sobre la devoción a la Sma. Virgen. 2 de febrero de 1904
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