20 MAYO - San Bernardino de Siena

Presbítero
(1380-1444)

San Bernardino nace en Siena en 1380. Hijo de noble familia, quedó muy pronto huérfano. Tuvo buenos maestros y una vasta formación, pero fue la Virgen María la que sobre todo lo tomó desde niño bajo su protección.

Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo. Y también un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404). Fue pues siempre para él muy grata y muy significativa esta santa fecha.
Su ardiente devoción a María hace que, a pesar de tener un carácter dulce y sosegado, defienda su pureza con medios expeditivos.
Por gracia de Dios, San Bernardino se convirtió en un gran predicador; al principio le costaba mucho hacerse oír a lo lejos pero le pidió con toda fe a la Virgen Santísima y Ella le concedió una voz potente y muy sonora.
Dios le concedió los mejores dotes para la predicación: amplia cultura, noble ademán, palabra de fuego, dulzura y firmeza, don de milagros, fama de santo. Las multitudes le siguen sin cansarse de oírle. Muchísimos terminaban llorando de arrepentimiento al escuchar sus palabras.Apacigua discordias, despierta amor a la oración, les arrastra a la penitencia y reforma de costumbres. "Toda Roma, escribe el futuro Pío II, acude a escucharle. El mismo Papa y los Cardenales son sus oyentes más asiduos". Cuando su voz potentísima gritaba en medio de la silenciosa multitud: "Temblad tierra entera, al ver que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador", a las gentes les parecía que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran arrepentimiento.
Es el iniciador del culto al Santo Nombre de Jesús. Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.
Tema fundamental de la predicación de nuestro Santo fue también la devoción a la Virgen María, considerada sobre todo como Madre de Dios y Mediadora de perdón y de gracia. San Bernardino medita y saborea las páginas del Evangelio que hablan de la Virgen, conmemora sus fiestas, comenta sus títulos, ilustra sus misterios, comenzando por el de su Inmaculada Concepción, hasta el de su gloriosa Asunción al cielo.
A todos pide con insistencia que recurran confiadamente a la materna intercesión de María, cuya palabra puede tanto sobre el corazón de Dios: «Pidámosle, pues, a Ella que ruegue a su dulce Hijo Jesús para que, por sus méritos, nos dé la gracia en este mundo, para que después en el otro nos dé la gloria infinita» (Prediche volgari, cit. vol. II, pág. 420).
En la asidua invocación a la Virgen Santa y en la generosa imitación de sus virtudes está el secreto de esa profunda renovación de mentalidad y de vida, que fue el ideal perseguido con celo infatigable por vuestro santo conciudadano.
En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.

En su sepulcro se obraron numerosos milagros y el Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.

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