Se conmemora hoy la aparición de Nuestro Señor a la Santísima Virgen y a los apóstoles en el Cenáculo.

Después de que Jesús es colocado en el sepulcro, María es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la Resurrección.

La espera que vive la Madre del Señor el sábado santo es uno de los momentos más altos de su fe: en la oscuridad que envuelve el universo, ella confía plenamente en el Dios de la vida y, recordando las palabras de su Hijo, espera la realización de las promesas divinas.

Es importante conmemorar este acontecimiento aunque los evangelios no hablen del encuentro de Jesús con su madre, lo cual no significa que después de la Resurrección Cristo no se apareció a María. ¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera comunidad de los apóstoles haber sido excluida del número de los que se encontraron con su divino Hijo resucitado de entre los muertos?

Si los autores del Nuevo Testamento no hablan del encuentro de Jesús resucitado con su madre, tal vez se deba al hecho de que los que negaban la resurrección del Señor podrían considerar ese testimonio demasiado interesado y no digno de fe.

Es imposible no pensar que realmente Jesús resucitado se apareció a su madre en primer lugar..

«Regina caeli, laetare. Alleluia». «¡Reina del cielo, alégrate. Aleluya!»
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Catequesis de JPII durante la audiencia general del 3 de abril de 1996.

FUENTE: Catholic.NET

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