LA NAVIDAD y FÁTIMA - reflexiones (4/6)

3º La salvación, anunciada primeramente a los pastores.

Los primeros afortunados en conocer la venida del Salvador fueron unos humildes pastores de las cercanías de Belén.

Dios quiso anunciársela por medio de ángeles, que se les presentaron y les dijeron con gozo que en la ciudad de David, que es Belén, acababa de nacer el Cristo Señor, para gloria de Dios en los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Ellos, fieles a la invitación de los ángeles, corrieron a buscar a un Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre; y, hallándolo en los brazos de María, lo adoraron como a su Dios y Mesías, y le ofrecieron de corazón los más espontáneos presentes que pudieron hallar a mano.

Nuevo rasgo de semejanza con las apariciones de Fátima.

Y es que la Virgen, al venir a anunciar en ellas la voluntad de Dios de salvar a las almas de los pobres pecadores, se dirige a unos sencillos pastorcillos, Lucía, Jacinta y Francisco, como a almas que tienen la fe y un corazón dócil para responder a la invitación del cielo.

Esta invitación la reciben por medio de un ángel, el Ángel de Portugal, que los prepara a las apariciones de Nuestra Señora, poniendo en su corazón las disposiciones necesarias para ser los primeros divulgadores del mensaje de la Virgen y de los pedidos del cielo.

¡Con qué sencillez emularon estos pastorcitos, por su fe, docilidad y generosidad, a los pastorcitos de Belén!

¡Cómo creyeron con sencillez y firmeza en las palabras de la Virgen!

¡Cómo supieron cada uno cuál era la parte que la Virgen esperaba de él, en orden a la salvación de muchísimas almas!

 


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