San Jerónimo Emiliani fundador de la congregación de Semasca, siendo aún laico, tuvo una experiencia de la Misericordia de La Santísima Virgen. Jerónimo era un soldado que fue asaltado por las tropas venecianas, fue capturado y encadenado en una prisión oscura y habiendo sido un hombre de muchos vicios, en la prisión comenzó a sentir remordimientos por su vida pasada, al punto de la desesperación. Jerónimo acudió a María Madre de Dios como la Madre de la Divina Misericordia; a Ella se convirtió con la promesa de llevar una vida conforme al Evangelio si ella lo librara de su condición miserable. En un instante Jerónimo vio su prisión llenarse de luz y a la Virgen María que descendía del cielo para desatarle las cadenas con sus delicadas manos. Ella le entregó una llave con la que abrir la puerta de la cárcel y escapar; luego de eludir a sus captores, Jerónimo fue a Treves para llegar al Santuario de la Madre de Dios y se postró ante la imagen de Nuestra Señora y le puso en su altar los instrumentos de su tortura; luego se retiró a una vida de penitencia hasta que Dios le envió compañeros con los que fundó la Compañía de los Siervos de los Pobres. Jerónimo se preocupaba especialmente por los huérfanos sin hogar y estableció orfanatos y los exhortó a reverenciar a la Reina del Cielo. San Jerónimo murió en Milán en 1537. El Papa Benedicto XIV lo proclamó Santo en 1767.


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