La devoción comenzó en 1428, cuando se produjo en Forlì (ciudad italiana fundada en 188 a. c.) el milagro de que muchos fueran testigos.
En la noche del 4 al 5 de febrero, un incendio destruyó una escuela, situada camino a Cobelli donde ahora está la iglesia del Milagro.
En esa escuela se enseñaba a leer, escribir y también a rezar delante de la imagen de la Virgen, era un grabado en madera con la Virgen rodeada de muchos santos.
En 1928, se compuso un himno en honor a la Virgen, titulado «La llama viva»; en una de sus partes dice: «Los niños animados en aquellos tiempos antiguos, la multitud reunida en la humilde escuela, con himnos devotos, con palabras dulces con nombre de la madre se le oyó preguntar a ti”.
Cuando la escuela se quemó, la maestra Forlivesi notó con asombro que la imagen de la Virgen estaba intacta, no se había quemado ni estaba ennegrecida por el humo. Pocos días después, el 8 de febrero, la imagen fue llevada en procesión hasta la catedral y colocada ante el altar de la capilla mayor. A través de los años, los devotos se han congregado en torno a la Virgen no sólo con motivo de la fiesta, 4 de febrero, también en dificultades y peligros, como durante guerras y terremotos.
(fuente: www.diocesiforli.it)
3 Comments
LUCILA MURILLO · 4 de febrero de 2024 at 11:06 AM
tendrán la letra del himno «La llama viva»?
Equipo Fatimazo Por la Paz · 5 de febrero de 2024 at 9:33 AM
Revisamos y nos comunicamos con usted
Equipo Fatimazo Por la Paz · 5 de febrero de 2024 at 10:03 AM
Himno
¡Oh, llama de amor viva!
Fuente: Liturgia de las horas
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!;
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores,
calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
Amén.