El 6 de enero es un día dedicado a Nuestra Señora de Caná. Todos conocemos las Bodas de Caná y cómo Jesús por petición de su Madre realizó su primer milagro. Es un día festivo en conmemoración de María en la manifestación de su papel en la historia de la Salvación. En los Evangelios, María habla primero en la Anunciación, después en la Visitación, luego cuando encuentran a su hijo de 12 años enseñando en el templo, y por último en las Bodas de Caná; es la única ocasión en todo el Nuevo Testamento en que María habla a su hijo como adulto. En el Evangelio según San Juan dice: «Y como faltaba vino la Madre de Jesús le dijo, -no tienen vino-. Jesús le respondió: -mujer ¿qué tenemos que ver nosotros? mi hora no ha llegado todavía-, pero Su Madre dijo a los sirvientes: -hagan todo lo que él les diga-«. Cristo el redentor y Rey del Universo se suma a la iniciativa de Su Madre. Las bodas de Caná y la fiesta de Nuestra Señora de Caná están completamente entrelazadas, nos muestran lo íntimamente vinculados que están El Hijo de Dios y Su Madre terrenal. El camino a Jesús es a través de María. Como dijo el Papa Francisco, «la Devoción a María no es una cortesía espiritual, es una exigencia de la vida cristiana».
Cuando surge un problema grave, María percibe la situación atenta a las necesidades de todos. Ella hace suyos nuestros dolores y nuestras alegrías y con sensibilidad de madre se dirige a Jesús; es la Intercesora. Cuando nos dice: «Hagan lo que El les diga», es un mensaje a todo cristiano. Los apóstoles creen al ver la manifestación del Poder Divino de Jesús; son confirmados en su fe. María nos conduce a Jesús y nos refuerza nuestra fe. Acerquémonos a la Virgen María Madre de Jesús con amor y confianza para conocer más íntimamente a su hijo. María nos alcanza el verdadero gozo, como en las Bodas de Caná. María quiere que seamos alegres en esta vida y para siempre en el cielo. Verdadera alegría que viene de compartir nuestra vida con Jesús y María. Ella da pronto alivio a nuestras dificultades a través de su intercesión. Jesús convertirá el agua de nuestras vidas en vino, dando alivio a nuestras dificultades. Pidámos a Nuestra Señora que fortalezca nuestra fe y poder compartirla con los demás.


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